martes, 30 de enero de 2007

La vida es un cabaret






What good is sitting alone in your room?
Come hear the music play.
Life is a Cabaret, old chum,
Come to the Cabaret.

Put down the knitting,
The book and the broom.
Time for a holiday.
Life is Cabaret, old chum,
Come to the Cabaret....


En los últimos meses me ha dado por volver a ver películas antiguas, eso que llaman clásicos. No sé, debe ser la vulgaridad de la vida actual en esta Venezuela contemporánea que me empuja a refugiarme en el arte y en el arte de altura: buenos libros, música clásica, filmes de culto.

Así disfruté nuevamente de Casablanca y Lo que el Viento se Llevó. Filmes intensos y románticos, quizás con algún dejo cursi, pero que han logrado perdurar en el tiempo. Así le llegó el turno a Cabaret. Recuerdo haber visto esta película en los setenta, pero seguramente la vi en televisión. Yo estaba comenzando la adolescencia y en esa época, no sé si ahora es lo mismo, la censura con las películas era muy estricta, así que terminé viéndola unos años después por TV. Por supuesto, aparte de la canción principal y unas cuantas escenas, no recordaba muchos detalles de la película. Confieso que ahora me di un banquete. La considero sencillamente una obra de arte.

El film se basa en el musical homónimo de John Kander y Fred Ebb, quienes a su vez extrajeron el argumento de las Historias de Berlin del escritor Christopher Isherwood.

La historia se encuentra ambientada en una época convulsa y por demás interesante. Se trata de los primeros años treinta, justo cuando en Alemania estaba tomando cuerpo el nazismo, hábilmente enraizado en el nacionalismo y penetrando todos los estratos de la sociedad. La obra retrata el ambiente decadente de la época. La sociedad germana se deja ver a través de la cotidianidad de un cabaret.

El joven estudiante inglés Brian Roberts (Michael York) llega a Berlin, donde se muda a la pensión donde vive Sally Bowles (Liza Minelli), una cantante norteamericana que actúa en el cabaret Kit Kat. Luego de convertirse en amigos, comienzan una relación, la cual también incluye a un rico aristócrata. El baron Von Heune completa el trío divirtiéndose con ambos. Sally queda embarazada y, aunque no está segura de quien es el padre, Brian decide casarse con ella y asumir la paternidad, luego de que son abandonados por el barón. Pero Sally dolorosamente sopesa las consecuencias de formar una familia con Brian y toma otras decisiones por su cuenta. Paralelamente a la historia de Sally y Brian las canciones y actuaciones ejecutadas cada noche en el Kit Kat reflejan la vida de la pareja y las turbulencias, ambiciones y perversiones de la sociedad alemana. Un papel decisivo al respecto juega el Maestro de Ceremonias (“MC”) del cabaret, personificado magistralmente por Joel Grey. Este personaje está omnipresente acentuando con sus gestos y canciones la crisis interna que viven Brian y Sally y el violento y rápido ascenso del nazismo.

Si bien al principio del filme los nazis aparecen ridiculizados en las actuaciones en el cabaret, queda bien claro que son los poderosos al finalizar la obra. En una escena bella y estremecedora por su simbolismo se interpreta la marcha nazi: “The future belongs to me” (El futuro me pertenece) cantada al principio por un joven en solitario, al que se van uniendo más y más jóvenes y otros representantes de la sociedad.

La cuidadosa dirección, a cargo de Bob Fosse, le otorga a Cabaret numerosos detalles que la convierten en una obra única. La vital coreografía, los curiosos planos de medio lado de Liza Minelli cuando canta al final el tema principal de la obra, las oportunas intervenciones del MC, la edición perfecta que acrecienta el interés con cada escena.

Con razón Liza Minelli saltó al estrellato con este filme. Es una muestra de equilibrio entre estética y contenido. Una obra de arte contemporáneo. Si no la has visto o ya no la recuerdas… ¡corre a conseguirla!

jueves, 25 de enero de 2007

Rostros del Ecuador







En comparación con Venezuela, en Ecuador parece haber una menor mezcla racial. Uno observa por las calles de Quito algunas personas con fisonomía española y la mayoría con evidentes rasgos indígenas. Hay muy pocos negros y quizás pueda definirse –a grosso modo- a la mayoría como mestiza. Claro, estamos hablando de la Sierra y no visitamos el oriente amazónico ni la costa.

Blancos y mestizos, todos, conservan en el hablar modismos que recuerdan al Siglo de Oro Español. En las tiendas y restaurantes se refieren muy respetuosamente al comensal como: “mi señor” o “mi señora”, algo que choca indudablemente con nuestras expresiones criollas, donde mesoneros y vendedores nos tratan con toda confianza de: “mi amor”.

Esas expresiones del lenguaje, tan diferentes a las caribeñas, ¿pudieran ser interpretadas como un resabio de sumisión impuesto a los mestizos durante la colonia? No lo sé. Pero indudablemente, evidencian las diferencias entre nuestros pueblos aunque se expresen en el mismo idioma.

En el Centro Cultural Itchimbia, donde se encontraba la interesante exposición: Oro y Spondylus, la guía hizo algunos comentarios sobre los primeros habitantes del país. Se refirió a los Quitus, los cuales habitaban la sierra y fueron dominados por los incas años antes de la conquista española. Sin embargo, esta dominación no fue sangrienta. Uno de los príncipes incas se casó con una princesa Quitu y así se selló la unión de ambas razas.

El héroe indígena del país es el valiente y feroz Rumiñahui, quien prefirió quemar a la primigenia ciudad de Quito antes que entregarla a los españoles. Posteriormente fue apresado y torturado, pero nunca reveló el destino del oro de Atahualpa que le había sido confiado. Hoy en día Rumiñahui es considerado símbolo de la resistencia indígena (concepto muy de moda, por cierto) y se encuentra inmortalizado en el pico que lleva su nombre, ubicado en el Parque Nacional Cotopaxi. Todavía hay ecuatorianos empeñados en conseguir el fabuloso tesoro que se dice enterró en la sierra.

Sebastián de Benalcázar fue el fundador de Quito, un conquistador tan fiero y valiente como Rumiñahui y que finalmente logró imponer la hegemonía española en la zona. Ecuador formó parte del Virreinato del Perú y del de la Nueva Granada, hasta su independencia.

Desde el siglo XX hasta ahora ha habido una sucesión de dictaduras y frágiles democracias en el país. En los últimos cinco años el Ecuador ha tenido siete presidentes. Aún así es posible observar progreso y signos de modernidad en algunas regiones más que en otras. Las carreteras de la sierra son bastante precarias, en los pueblos no hay asfalto sino adoquines. Sin embargo, los tramos de las autopistas que han sido privatizadas se encuentran en muy buen estado. Los indígenas y campesinos viven pobremente, pero no se observa miseria. Hay campos cultivados hasta en el páramo. Ecuador autoabastece completamente sus necesidades alimentarias. Los centros comerciales de Quito rivalizan con los venezolanos. Las franquicias de moda mayameras están presentes. Las modernas librerías Libri Mundi y Mr Books invitan al disfrute de la lectura de las últimas novedades de las editoriales españolas y argentinas. Sin embargo, alguna carencia debe impulsar a los miles de ciudadanos que emigran anualmente y que contribuyen con sus divisas a sostener la economía del país, principalmente desde España.

La última esperanza que une a ecuatorianos de diferentes razas y estratos sociales es el flamante presidente Rafael Correa. En él han depositado sus esperanzas de superación los miles de indígenas y los habitantes de las zonas rurales. Correa tiene un currículo brillante, unido a una fama de sensibilidad social que cimentó con acciones supuestamente desinteresadas. Recién graduado universitario se dedicó por un año a alfabetizar indígenas en la pequeña población de Zumbahua. Precisamente en este poblado, en medio de una fiesta folclórica, pudimos escuchar las vivas que daban los pobladores a los líderes de izquierda como Evo Morales y Fidel Castro. En el Ecuador –y quizás en buena parte de América del Sur- se respira una nueva efervescencia socialista. En el pueblo de Sigchos, pude comprobar como un dispensario médico popular se encuentra dedicado a consagrar la memoria del Ché Guevara.

Ecuador también tiene una santa. Es la quiteña Marianita de Jesús Paredes y Flores, hacedora de milagros del siglo XVII. En esa época los terremotos y epidemias amenazaban a la ciudad. La santa quiteña hizo una predicción. El Ecuador no se acabaría por efecto de las erupciones de sus numerosos volcanes ni por otros desastres físicos, sino…. por las malas acciones de sus gobernantes. Esperemos que la profecía de la santa no se cumpla con el nuevo presidente en el cual los ecuatorianos han depositado tantas esperanzas.

sábado, 20 de enero de 2007

Venezolanos en el Ecuador




En mi reciente viaje a Ecuador me llamó la atención el evidente contraste entre la idiosincrasia de ese país andino y el temperamento caribeño de los venezolanos. Ecuador –bueno es recordarlo- también tiene costa y una región amazónica, pero en nuestro viaje mis compañeros y yo nos dedicamos a conocer la sierra, que después de todo, es donde se concentra el eje del poder en el país.

Pocos venezolanos son conscientes hoy en día de los lazos que unen a nuestros dos países. Valga recordar que el héroe máximo de Ecuador es nuestro cumanés, el Mariscal Antonio José de Sucre, vencedor de la batalla de Pichincha y considerado junto a Simón Bolívar el fundador de la Patria Ecuatoriana. Por otra parte, el general Juan José Flores, nacido en Puerto Cabello, sería el primer presidente de esa nación.

Con casi 200 años de distancia, uno se pregunta cómo se adaptarían Sucre y Flores, provenientes de las cálidas costas venezolanas, a las costumbres y temperamento de la capital serrana. Ambos se casaron con representantes de la aristocracia quiteña. Sucre, con Mariana Carcelén, marquesa de Solanda y Flores, con doña Mercedes Jijón Vivanco. Probablemente eso ayudó algo a estos jóvenes oficiales caribeños a ser aceptados, además de sus evidentes méritos militares. Se dice que Sucre provenía de una familia distinguida, mientras que Flores era un mestizo de origen humilde que luchó por ascender en la escala social. A diferencia del cumanés, Flores no es tan bien recordado. Su ambición y amor por el dinero se impuso sobre sus hazañas bélicas.

Al visitar el Museo Casa de Sucre en el centro de Quito se revelan varias facetas del Mariscal. En los retratos colgados en las paredes se encuentra casi siempre de perfil. Nuestra guía explica que Sucre prefería los retratos donde destacaba su prominente nariz, a la cual atribuía su sabiduría. También describe algunos de los objetos originales que se conservan en la residencia como unos candelabros en forma de herradura, los cuales evidenciaban que era supersticioso. Estas debilidades de su personalidad –una cierta vanidad y la creencia en objetos mágicos- contrastan con la imagen de héroe perfecto e impoluto que me fue inculcada por mis maestros y mi tío historiador en la niñez.

La vida del Mariscal transcurrió mayormente entre batallas y poco pudo disfrutar de su casa. Apenas llegó a pasar en ella unos pocos meses. La tragedia le perseguiría, tanto en su vida política como en la personal. Su asesinato en Berruecos le privó de ser el primer presidente de la nación. La guía nos muestra un balcón desde donde caería su única hija para morir con apenas dos años de edad en el patio de la residencia.

Sin embargo, hoy en día, su nombre sigue siendo referencia histórica y espiritual en el país. Los ecuatorianos llaman Rostro de Sucre a los Pichinchas. Desde lejos, ciertamente, se dibuja el perfil del Mariscal en las montañas. Fue por muchos años –hasta el 2000- símbolo de la moneda local. Su presencia es evidente en calles y avenidas. Sin duda, el cumanés logró enraizarse en el país andino. El último deseo del Mariscal habría sido que sus cenizas se enterrasen en el volcán Pichincha. De alguna manera esto se cumplió. Sus restos reposan en la catedral de Quito en un mausoleo elaborado con lava de su querido volcán.

viernes, 19 de enero de 2007

Trekking en Ecuador (17 de enero)




Miércoles 17-01-07:
Luego de desayunar, algunos fueron en la mañana al Museo del Oro, luego al mercado indígena y las compritas de última hora sellaron el final de unas vacaciones inolvidables. La mayoría almorzamos en el hotel. En la tarde fuimos al aeropuerto y partimos a las 7 de la noche vía Bogotá, llegando a Caracas a las 12:05 del día 18 de enero.
En el aire aún flota la pregunta: mmhhh…. ¿a dónde iremos el año que viene?...

Trekking en Ecuador (16 de enero)



Martes 16-01-07:
Regresamos a Quito no sin antes detenernos un rato en Mitad del Mundo, lugar con un monumento a la línea ecuatorial que divide a los dos hemisferios. El sitio es muy turístico y concurrido, bastante comercial, con varias tiendas y unos pabellones que francamente no ofrecen nada interesante.
Entonces, a unos cuantos metros más allá, entramos en el Museo del Sol Inti-Ñan. En este sitio proclaman que es el verdadero centro del planeta, ya que así lo indican las mediciones por GPS. Es un lugar con curiosidades sobre los diferentes ecosistemas del Ecuador: muestran un poco de la vida de los indígenas de la Sierra, del Amazonas y las Islas Galápagos. El estilo es informal y rústico, particularmente lo encontré más divertido que Mitad del Mundo. Luego almorzamos en un restaurante de la zona.
Llegamos en la tarde a Quito y después de una horas nos encontramos con nuestros compañeros del Grupo A, a quienes felicitamos por su exitosa cumbre en el Cotopaxi. En el segundo intento casi todos alcanzaron la cima. Esa noche cada quien celebró el éxito del viaje de la mejor manera que pudo, en diferentes restaurantes, algunos en el centro contemplando la ciudad iluminada, pero todos muy contentos y satisfechos.

Trekking en Ecuador (15 de enero)



Lunes 15-01-07:
Nos levantamos a las seis y a las 7:15 vino a buscarnos Manuel Jácome para ir a Otavalo. Paramos en San Pedro de Cayambe para disfrutar de un rico desayuno criollo. Huevos, queso de mano, pan, café o té, jugo de naranjilla o de maracuyá (parchita). Contemplamos al Cayambe desde esa población. Más adelante nos detuvimos a fotografiar al volcán Imbabura, un cono perfecto con la laguna San Pablo a sus pies. Pronto llegamos a Otavalo, un pueblo muy turístico que se especializa en textiles. Estuvimos dos horas en la Plaza de los Ponchos comprando los infaltables “souvenirs”. Luego fuimos a Cotacahi, pueblo que se especializa en objetos de cuero y visitamos las numerosas talabarterías del lugar. Almorzamos y partimos hacia la Laguna Cuicocha. El plan inicial era instalarnos en un hostal allí, pero el local estaba en reparación, aún era temprano, así que decidimos regresar a Otavalo para pasar la noche. Antes hicimos un alto en la población de San Antonio de Ibarra, lugar donde realizan toda clase de artesanías en madera, desde cajitas hasta muebles y tallas.

Trekking en Ecuador (14 de enero)


Domingo 14-01-07:
Nos levantamos a las 7:00 am luchando con los jejenes y tratando inútilmente de secar nuestras carpas. El tiempo estaba muy nublado y las recogimos empapadas. Desayunamos y nos aprestamos a subir una elevada cuesta. Antes hubo un emocionante cruce de un río, en el cual me ayudé con uno de los caballos. Subimos otra vez en medio del lodo, pero menos que el día anterior. La niebla se despejó y pudimos observar un cóndor. Disfrutamos de la vista de la laguna a nuestras espaldas y los valles que teníamos adelante. Ahora descendíamos por un verde valle atravesado por numerosos ríos. Siguiendo a nuestro guía llegamos al Tambo a las 12:30 del mediodía. ¡Habíamos cumplido nuestra meta!
Allí nos esperaba Fabián Jácome con el jeep. Nos despedimos de los arrieros Augusto y Andrés y cuando nos disponíamos a ir a las termas de Papallacta, Rafael se dio cuenta de que Fabián no nos había traído los talegos con la ropa de recambio, así que decidimos regresar a Quito, a donde llegamos aproximadamente a las 2:30 pm. Luego de bañarnos e instalarnos en el Hotel Embassy fuimos a pasear al Quicentro, el centro comercial más grande de la ciudad. Luis aprovechó para comer, mientras Rafael y yo utilizábamos las cabinas telefónicas para llamar a nuestros hogares. Más tarde fuimos a la pizzería La Pizzaiola, cerca del hotel, donde comimos y compartimos un rato con una amiga quiteña. Al llegar al hotel ya nuestras carpas estaban secas y esa noche nos acostamos temprano.

Trekking en Ecuador (13 de enero)


Sábado 13-01-06:
Salimos temprano rodeando al Antisana en dirección Noroeste. Nos encontramos a un gringo que caminaba en dirección opuesta, pero pasó de largo sin entablar comunicación. Subimos hasta 4.400 metros, una zona árida muy cerca del Antisana y nos detuvimos a contemplar la montaña. Observamos tres vicuñas y ahora vino otro gringo, quien sí intercambió con nosotros breves palabras. Reanudamos nuestro camino hacia el páramo y nos alcanzó una espesa niebla que nos separó de los caballos por aproximadamente una hora. Tuvimos que detenernos. Por un momento reinó la incertidumbre. Manuel se comunicaba con los arrieros por radio y parecían estar cerca, pero en realidad se habían desviado mucho e iban en otra dirección. Nos quedamos solos un buen rato mientras Manuel los localizaba y finalmente recuperamos el camino que a ratos se perdía, ahora descendiendo en el páramo hacia la Laguna El Volcán, nuestro sitio de pernocta para esa noche. Pero el descenso no fue fácil. A media tarde la niebla había desaparecido, pero el piso se convirtió en un pantano pegajoso. Finalmente, llegamos a la playa de la laguna, donde armamos campamento. Estábamos a 3.600 metros y hacía menos frío que las noches anteriores, pero llovió durante la noche y aparecieron los molestos… ¡jejenes! Esa noche por fin Manuel pudo comunicarse con Diego y supimos el resultado del primer intento de nuestros compañeros al Cotopaxi. Tres habían logrado la cumbre y ahora los restantes se preparaban para un segundo intento.

Trekking en Ecuador (12 de enero)




Viernes 12-01-07:
Nos levantamos a las 7 de la mañana, desayunamos y levantamos el campamento para salir a las 9:00 am. A esa hora había mucho viento, un sol muy fuerte y un cielo sin nubes. Luego de una hora de camino localizamos en el valle a nuestra derecha la Laguna La Mica. Resulta que nos habíamos equivocado de valle. Continuamos atravesando ríos; subimos y bajamos por horas hasta llegar a una antena. Desde allí el camino se volvió más plano. Atravesamos una inmensa sabana donde corrían caballos. Es una enorme hacienda en la que hay que pedir permiso para atravesarla. Pronto aparecieron dos peones montados en hermosos corceles a solicitar el permiso. Manuel conversó un rato con ellos mientras contemplábamos las manadas de caballos y el Antisana que se dejaba ver por momentos en todo su esplendor. Llegamos a la base de la montaña a las 4 y 30 de la tarde. Armamos campamento al lado de un río y descansamos antes de la cena. Ahora estábamos a 4.250 msnm. Esa noche salieron en la conversación nuevamente las anécdotas de nuestro guía sobre su larga vida de montañista. Manuel Jácome es un veterano con 136 ascensos al Cotopaxi y 87 al Chimborazo. Difícilmente alguno de nosotros se acerca siquiera a esas cifras en ascensos al Pico Oriental.

Trekking en Ecuador (11 de enero)



Jueves 11-01-07:
¡Llegaron los arrieros! Y con ellos los necesarios caballos para transportar nuestro equipaje y acompañarnos en la travesía. Desayunamos y comenzamos a ascender hacia un collado al lado del Sincholagua. El día era hermoso, nos detuvimos por momentos a contemplar al Cotopaxi que asomaba entre las nubes y nos preguntábamos cómo les habría ido a nuestros amigos del grupo A en su ascenso. Lamentablemente, desde ahora y hasta por tres días no tendríamos contacto con el mundo. No había cobertura para celulares y por lo tanto, Manuel no podía comunicarse con su hijo Diego para saber del ascenso.
Subimos la fatigosa cuesta del collado al lado del Sincholagua (4.200 metros). El pico no es muy alto (4.900 msnm), tampoco tiene mucha nieve, pero su subida es muy técnica, por lo que no es tan popular. Pudimos divisar a los lejos un cóndor. Cuando alcanzamos el collado vimos varios extensos valles delante de nosotros. Ya era pasado el mediodía y en lo alto del collado había mucho viento y frío, así que seguimos rápidamente a Manuel en el descenso. La idea era acampar al lado de la Laguna La Mica, la cual surte de agua al sur de Quito, pero la laguna resultó esquiva. Bajamos a trompicones por unas picas empinadísimas, buscando infructuosamente la dichosa laguna. Los arrieros y sus caballos se nos perdían por momentos. Afortunadamente, Manuel podía comunicarse con ellos por radio. Pero el terreno no ayudaba. El piso era como una gran esponja verde que trataba de engullirnos. A los caballos, debido al peso que transportaban, se les hacía aún más difícil el desplazamiento. Finalmente, desistimos de encontrar la laguna. Ya eran las 6 de la tarde cuando pudimos acampar en un plano muy expuesto al viento, pero convenientemente cercano a un río. Estábamos a 3.950 msnm y hacía frío. Frente a nosotros, a muchos kilómetros de distancia se alzaba el imponente nevado Antisana. Llegar hasta su base era la meta del próximo día. Esa noche nos acostamos como a las 9:30, luego de cenar y escuchar las anécdotas de escalada de nuestro guía y los sabrosos cuentos sobre los fantasmas del refugio del Chimborazo.

Trekking en Ecuador (10 de enero)




Miércoles 10-01-07:
Salimos temprano de Campo Base. Esta vez nos acompañó Silvana, la hija del Sr. Jácome, quien haría gala de sus conocimientos de cocina en el trekking de cuatro noches que nos esperaba. Nos dirigimos hacia el Parque Nacional del Cotopaxi. Dejamos el vehículo y caminamos por una hora por una sabana paramera hacia el Tambo, un lugar donde están unas ruinas incaicas. Es un promontorio con un muro de piedras localizado en el medio de la sabana. Se supone era un sitio de observación de los incas que les permitía evitar ser atacados por sorpresa. Luego de un breve descanso descendimos por el valle donde pastaban innumerables caballos hasta el jeep. Fuimos ascendiendo hasta el estacionamiento del Refugio José Ribas, (4.800 msnm) cercano al Cotopaxi. La subida del estacionamiento al refugio nos tomó entre 40 y 47 minutos. Allí nos encontramos con nuestros compañeros del Grupo A. Compartimos el almuerzo, Rafael y Luis fueron hasta el glaciar y luego de despedirnos de los compañeros que esa noche se aprestaban a subir al Cotopaxi, bajamos hacia el jeep y nos dirigimos unos cuantos kilómetros más abajo, a un sitio localizados a 3.900 metros, al lado de un río, desde donde comenzaríamos al día siguiente el Trekking del Cóndor.
Instalamos nuestras carpas y cenamos en la carpa-comedor las delicias preparadas sabiamente por Silvana. Esa noche no habían llegado aún los arrieros y los caballos que transportarían nuestros morrales, pero llegarían al día siguiente. Había noche estrellada y un frío bastante aceptable. A nuestras espaldas se asomaba el Cotopaxi y hacia delante el Sincholagua. Fuimos a dormir con la expectativa de la caminata de unos 90 kilómetros que nos esperaba desde allí hasta Papallacta.

Trekking en Ecuador (09 de enero)



Martes 09-01-07:
Desayunamos a las 7:30 am y salimos en carro con la intención de comenzar a caminar desde una fábrica de queso situada más alto hasta la población de Sigchos. La carretera estaba rota debido a una protesta de los indígenas, así que el jeep no nos pudo subir mucho y tuvimos que caminar una hora más de subida. Pero no lo lamentamos, pudimos contemplar hermosos cerros y valles cultivados. Así llegamos a Chinaló Alto (3.430 msnm). Desde aquí bajamos buscando el camino. Esta era una vía distinta a la programada inicialmente, pero nuestro guía Manuel la sugirió ya que la vista era más agradable. Bajamos por picas entre campos sembrados de papas, habas, maíz y chocho (grano). Pudimos divisar los Ilinizas entre las nubes y muy lejos, los cerros que rodean al Lago Quilotoa.
Llegó el mediodía y Sigchos no aparecía por ninguna parte, así que aprovechamos la oportuna colita de un camión para aproximarnos. Así nos ahorramos por lo menos hora y media de camino.
Luego de almorzar en Sigchos nos dirigimos en jeep a Campo Base otra vez, en medio de una lluvia. Hubo una fuerte tormenta en la zona. Cenamos escuchando música clásica y nos fuimos a dormir temprano.

Trekking en Ecuador (08 de enero)


Lunes 08-01-07:
Despertamos cerca de las 7 de la mañana y salimos a caminar a las 8:20 am por el borde del Lago Quilotoa. El tiempo estaba nublado y hacía frío, pero pudimos distinguir muy lejos la población de Chugchilán a donde nos dirigimos descendiendo primero por unos cañones arenosos como producto de los desechos volcánicos y luego por unos valles cultivados. Durante el trayecto nos acompañó el Sr Jorge. Era conveniente ir con él, ya que los indígenas acostumbran pedir dinero a los turistas. Luego de un par de horas nos detuvimos a tomar refrescos en una bodega en Guamaya. Durante el camino atravesamos médanos, sembradíos, un puente formado por un enorme tronco. Lloviznaba por momentos. Luego ascendimos cuestas empinadas contemplando hermosos paisajes hasta llegar a la 1 de la tarde a Chugchilán, donde nos alojamos cómodamente en el Hostal Cloud Forest, regentado por unos europeos.
Chugchilán (3.200 msnm) es un pueblo dormido de unas 15 casas, tiene una pequeña plaza, la iglesia y una delegación de policía. A lo lejos se aprecian los sembradíos y el alto donde se encuentra el Lago Quilotoa, ahora casi tapado por las nubes. A diferencia de los caseríos cerca del lago, aquí sí vimos niños con uniformes escolares. En Quilotoa y sus alrededores hay muchos niños indígenas que piden dinero o caramelos, pero no parecen ir a la escuela.
Luego de bañarnos y almorzar fuimos en jeep hasta Chinaló Bajo, a visitar el Centro Artístico Don Bosco, una escuela de ebanistería regentada por los salesianos, donde presenciamos la exhibición de muebles y conocimos el taller.
En la noche, presenciamos en el hostal y luego de la cena un espectáculo folclórico a cargo del grupo “Makita Kuna” (Dar la mano), formado por unas niñas indígenas de la zona. Terminamos formando parte del “show”, bailando con las niñas al son de una música –ahora sí- muy alegre y contagiosa.

Trekking en Ecuador (07 de enero)











Domingo 07 de enero:
Nos levantamos entre las 6:30 y las 7:00 am y pudimos contemplar a un costado del Refugio Campo Base al Cotopaxi, rodeado de nubes. La verdad es que este sitio está muy bien ubicado, con unas vistas privilegiadas. Es un chalecito estilo suizo muy acogedor por donde han pasado cientos de excursionistas venezolanos, como lo testimonian las fotos colocadas en el salón. Nos entretuvimos fotografiando las tres llamas de los Jácome (Felipe, Leticia y Javier), las cuales pasean por el jardín como animales domésticos.
Salimos en jeep hacia el Lago Quilotoa (3.900 msnm), donde pernoctaríamos esa noche. En el camino pasamos por un par de poblaciones: Lacatunga, donde vimos el mercado sin nada digno de mencionar y Zumbahua. Aquí presenciamos una manifestación folclórica local: los Danzantes de la Mano Negra. Se trata de indígenas que danzan disfrazados de diferentes personajes, desde héroes de la Independencia hasta ángeles. La fiesta tiene lugar en Noviembre, pero en esta ocasión la hicieron con motivo del Día de Reyes. A los indígenas de la zona no les gusta que les tomen fotos, hay que pedirles permiso y generalmente no lo dan sin pedir dólares a cambio, pero aprovechando la ocasión de la fiesta pudimos fotografiarlos sin problemas. Al desfile, sigue una orquesta de instrumentos de viento que toca una monótona melodía, la cual, curiosamente, nos seguiría en todas las manifestaciones musicales de la zona.
Aproximadamente a las 4:30 de la tarde llegamos a la casa del Sr. Jorge Lacatunga, situada a pocos metros del Lago Quilotoa. Es una vivienda muy rústica, de piso de tierra y un polvoriento segundo piso al que se accede por una escalera de troncos. Allí nos instalamos para dormir en nuestros “sleepings” sobre unas camas. Tiene luz eléctrica, pero el baño, muy precario, se encuentra fuera de la casa.
La temperatura descendía y había poco sol. Nos asomamos al lago, que está en un enorme cráter de lo que fue hace miles de años un volcán. Aquí se puede bajar caminando o en mulas hacia el lago, pero la opción no nos atrajo y preferimos caminar por el lugar y regatear con los infaltables vendedores de artesanía. La especialidad de la zona son los cuadros pintados sobre cuero de ganado, una modalidad que les fue enseñada a los indígenas por una ONG italiana, a fin de ayudarlos a contar con otra fuente de subsistencia diferente a la agricultura. También realizan máscaras zoomorfas, cajas y platos.
En Quilotoa la tierra es muy árida y sólo acepta cultivos de papas y habas, a diferencia de otras zonas más bajas. La gente vive una existencia dura, son desconfiados con los turistas y la pobreza se hace sentir.
Como a las 6 de la tarde fuimos a observar la celebración de una boda indígena. El Sr. Jorge nos acompañó y así pudimos tomar fotos discretamente. Los celebrantes bailaban y bebían (tanto hombres como mujeres), al son de una pequeña orquesta de instrumentos de viento que repetía incansablemente los mismos acordes que ya habíamos escuchado en Zumbahua. Curiosamente, más tarde, en casa del Sr. Jorge, escucharíamos en un CD la misma canción y al día siguiente, en la continuación de las celebraciones por la zona.
Luego de cenar la comida preparada por la señora de la casa y escuchar a nuestro anfitrión tocar la guitarra un rato, nos dispusimos a dormir.

Trekking en Ecuador (06 de enero)



Sábado 06 de enero:
Luego de desayunar, llegó bien temprano el Sr. Manuel Jácome, quien nos condujo hasta el Parque del Pasochoa, a hora y media de Quito. El lugar tiene un puesto de guarda-parques donde una empleada nos explicó amablemente las reglas del parque y observamos una exposición con fotos y detalles sobre los volcanes del Ecuador.
El parque ofrece diferentes senderos demarcados con colores: amarillo, naranja, verde, que permiten realizar recorridos más o menos largos, de acuerdo al gusto del visitante. Nos decidimos por el Naranja, el más largo y que nos acercaría a unos 200 metros de la cima. Por este lado no es posible hacer la cumbre del Pasochoa (4.200 msnm), ya que se necesitarían cuerdas para remontar un promontorio de rocas, pero el recorrido es más largo y hermoso.
Comenzamos a caminar a las 10:30 am, el sendero estaba húmedo y pudimos observar las huellas de animales como zorros y osos. Luego de unas dos horas, tras pasar por un bosquecillo de bambúes, salimos a campo abierto y comenzamos a disfrutar del paisaje de los valles cercanos. Ese día, el Cotopaxi estaba tapado, pero a medida que ascendíamos pudimos contemplar otras cumbres como la del Corazón, y muy lejos, a nuestra derecha, la ciudad de Quito, con los Pichinchas al fondo. Nos detuvimos a almorzar en la ante-cumbre, aproximadamente a 4.000 msnm, a las 2:30 pm y luego de descansar un rato, protegiéndonos del frío, comenzamos al descenso. Por sugerencia de Luis, de bajada tomamos el camino Verde, un poco más largo, pero con una vegetación frondosa que recuerda a la selva nublada de la Mucuy.
Esa noche nos tocó dormir en Campo Base, el refugio de los Jácome, donde cenamos y descansamos al calor de la chimenea. Lamentablemente, esa misma noche le comenzó a Luis un malestar estomacal que lo acompañaría por unos cuatro días.

Trekking en Ecuador (05 de enero)

“...Dos caminos divergentes
se mostraban en un bosque
y yo tomé el menos transitado,
y eso hizo toda la diferencia”.

Robert Frost,
El camino menos tomado


Como parte de la Expedición 2007 del Centro Excursionista Caracas (CEC) a Ecuador los integrantes del Grupo B (Rafael Iglesias, Luis Dubois y quien suscribe) decidimos hacer una ruta que en vez de concentrarse en el ascenso a las cumbres, nos llevara a caminar por las bases de las montañas, a conocer diferentes pueblos y costumbres y a compartir la rica cultura que ofrece ese hermoso país hermano. Así fue como tomamos las rutas menos transitadas, las que nos llevarían a completar un periplo no de 50, 90 ó 100 kilómetros, sino de 130 kms a pie, según calculó nuestro guía, el veterano Manuel Jácome.
Nos concentramos primordialmente en dos trekkings de alta montaña. El primero entre el Lago Quilotoa y las poblaciones de Chugchilán y Sigchos y el segundo, más conocido por algunos montañistas, denominado el Trekking del Cóndor, comenzando en el Parque Nacional Cotopaxi y siguiendo por las bases del Sincholagua y del Antisana hasta la población de Papallacta.
Este es el relato de nuestras caminatas por el Ecuador.

Viernes 05 de enero:
Junto con el grupo A, tomamos el teleférico y subimos a Cruz Loma, desde donde comenzó el ascenso hasta el Rucu Pichincha. Tanto Luis como Rafael lograron junto a los demás compañeros del CEC la cumbre (4.700 msnm), mientras que yo decidí tomar esta primera salida de altura con calma y cuando llegué a los 4.500 metros me devolví hasta el teleférico a esperar a todo el grupo. Esa noche los integrantes del grupo A, más orientados hacia la escalada de picos, fueron a dormir a Campo Base, refugio de los Jácome, situado en el Valle de los Chillos, a una hora y media de Quito, mientras nosotros nos quedamos en el Hotel Embassy en la ciudad, para levantarnos temprano al día siguiente y comenzar nuestras caminatas con un ascenso al Pasochoa.

martes, 2 de enero de 2007

La Torre de Babel

Inspirado en el pasaje de la Biblia en el que Dios castiga al hombre con la creación de las diferentes lenguas, el director mexicano Alejandro González Iñárritu sorprende ahora con Babel, una extraordinaria película cuyo tema central es la incomunicación.

Para una comunicadora social el tema es inquietante. Tiene mucho que ver no sólo con los idiomas, sino con las diferencias culturales. “Las palabras crean mundos”, recuerdo decía la Dra. Fritz, mi profesora del postgrado de Comunicaciones de Duquesne University. Ciertamente, las palabras, los gestos, las maneras de vivir pueden acercar o alejar, tal como en Babel.

Se trata de cuatro historias, en cuatro ambientes y culturas que interpretan la vida desde sus muy particulares raíces. El arqueólogo norteamericano que busca desesperadamente ayuda para su esposa herida en un país que le parece salvaje. La familia campesina marroquí que tiene que sobrevivir en un medio inhóspito. La adolescente japonesa sordo-muda que no encuentra alivio ni comprensión para sus frustraciones. La sirvienta mexicana que comete un error trágico con los niños a su cargo.

Lo bueno de la película es que no deja espacio para el aburrimiento y me mantuvo en tensión por las dos horas y media que dura

Ya González Iñarritu me había sorprendido hace pocos años con Amores Perros y 21 gramos. La exitosa dupla que integra con el guionista Guillermo Arriaga sin duda tiene aún mucho que decir con este tipo de filmes, hechos sin concesiones comerciales, pero donde la inteligencia no está reñida con la taquilla. ¡Imperdible!

(Mañana me voy a Ecuador, así que tendré abandonado el blog por dos semanas, pero a la vuelta seguro traeré otras experiencias que valdrán la pena de ser contadas… Hasta pronto!)

lunes, 1 de enero de 2007

Año de estreno

Son las 2 y 45 de la tarde del primer día de este año. Aquí en San Luis, tranquila urbanización de Caracas, la gente apenas despierta de las celebraciones de la Noche Vieja. Desde mi ventana observo la serena tranquilidad de las calles. El parque La Fila está completamente solo. De vez en cuando pasa un carro solitario por la calle, aunque ya comienza a sentirse en mi edificio el despertar de los vecinos tras la resaca. Alguien toma el ascensor, alguna puerta se abre, el sol tropical entra a raudales por las ventanas.

Estoy preparando el equipaje. En dos días viajo a Quito, para iniciar con mis compañeros del Centro Excursionista Caracas un recorrido de dos semanas por las montañas y paisajes del Ecuador.

En Caracas la temperatura ronda los 30 o C, mientras que en Ecuador oscila entre 8 y 19 grados. Más que la altura, me preocupa en este viaje la adaptación al frío. Para colmo, el Weather Channel no ha dejado de reportar lluvia, algo que no debería ser tan común en ese país durante estos meses. Mientras intento meter todos los abrigos que puedo en el morral pienso en este comienzo de año. A lo mejor hoy es un día como cualquiera, quizás lo que lo hace especial es lo que tiene de promesa y de estreno.

Viajar por estas fechas es la mejor manera de exponerse a lo nuevo. Ya he estado en Ecuador dos veces. La primera, en 1999, también como excursionista, la segunda, en 2005, en un corto viaje de trabajo. Podría decirse que ya conozco el Ecuador, pero siempre hay en ese pequeño país montañas, lugares y personas que aún no conocemos o si acaso, sólo presentimos.

Sigo tratando de hacer el morral con lo mínimo indispensable y también debo decidir qué libro (o libros) puedo llevarme para el avión. La ruta Caracas-Bogotá-Quito se lleva unas cinco horas y bien vale la pena acompañarse con una buena lectura. En mi repisa se acumulan varios libros adquiridos o recibidos como regalo este diciembre: "Estambul", del Premio Nobel Pamuk; "La Enfermedad", de Barrera Tyzska, "Pizarrón", recopilación de artículos de Uslar Pietri; "Campeones", de Meneses; "La Oveja Negra y otras fábulas", de Augusto Monterroso; "El Sol de Breda", de Pérez-Reverte; "Fiebre", de Otero Silva; "Venezuela: Aventura Extrema", de Tony Velásquez. Todos son una muestra de mi ecléctico gusto por la lectura. Creo que me decidiré por el que sea más liviano (de peso) y que ocupe menos espacio en la mochila.