jueves, 30 de julio de 2009

Nadie como Ella


La primera vez que escuché a Ella Fitzgerald, tenía como 15 ó 16 años. La descubrí en un disco de mi abuelo, titulado: All Star Festival. Este disco de pasta marcó mi iniciación musical en el jazz y me reveló a una intérprete singular, capaz de cantar swing, bebop, blues, baladas, bossa nova y además, improvisar cuando la música lo requería.


Ella Fitzgerald nació en 1917 en un hogar pobre de Virginia; desde muy pequeña se mudó a Nueva York; jamás conoció a su padre. Su madre también murió joven y Ella se vio en problemas con las autoridades en su adolescencia. Estuvo en reformatorios; su vida parecía destinada al fracaso. Pero una casual presentación en un show de aficionados la llevó a revelar al mundo su talento y a los 16 años entró en el mundo del espectáculo.


Ella tuvo una vida de altibajos. Se casó y divorció dos veces; adoptó a un hijo de su hermana que fue criado por otros familiares, debido a los múltiples compromisos laborales de su madre adoptiva. Compartió con las grandes estrellas de la canción de los años 40’s y 50’s, como Bing Crosby y Frank Sinatra, apareciendo en varias películas. Famosos son sus dúos con otro grande: Louis Armstrong. Viajó y fue admirada y aplaudida por todo el planeta, llegando a presentarse en Caracas en sus últimos años.


Poseedora, -aún en su madurez-, de una voz cómplice y alegre, siempre juvenil, como la de muchacha desenfadada que canta a la vida; fue la preferida de grandes compositores como George Gershwin, Harold Arlen, Irving Berlin y de músicos como Duke Ellington. Famosa también es su interpretación de Mack The Knife, grabada en vivo en Berlin en 1960, que la convirtió en la primera mujer que se atrevía a cantar una canción hasta entonces solo grabada por hombres. Ella olvida parte de la letra en esa importante presentación e improvisa, irreverente, burlándose de su propia falta de memoria. La improvisación o scat sería una de sus mejores atributos como cantante.


En 1996, ya muy enferma de diabetes, murió en Beverly Hills, rodeada por su hermana y sobrinos. Nadie como ella pudo interpretar el jazz con toda la carga de sentimientos propios de este ritmo universal: alegría, tristeza, melancolía, irreverencia. Nadie como Ella Fitzgerald.

martes, 7 de julio de 2009

Michael Jackson’s last show




Today’s Michael Jackson funeral was a true mirror of his life. Since he was a kid he lived for show business, and the farewell his relatives and associates prepared for him was probably his biggest show, with the broadest audience he ever reached. A show that I think might have delighted him.

Nothing was missed from the big event: the $25 million bathed in gold casket, the long caravan of black cars that drove through Los Angeles until the Staples Center, the fans and policemen at the doors of the stadium, the mourning family and friends, the songs and teary speeches.

A memorial that was supposed to last one hour was prolongued finally to two hours, and by the way some of the performers and relatives clang to the microphone, I guess some of them would probably wanted that it lasted even more.

I am not particularly fan of pop music, even though I acknowledge Jackson’s talents as a singer and a dancer. But, as millions around the planet, I could not resist the temptation of becoming a witness to the funeral of a celebrity. Why? Plain curiosity? Probably. The fact is that the expectation was sowed somehow in our minds. Knowing the taste of MJ for the bizarre, and the secrecy that the organizers maintained about the program, we were waiting for a non conventional memorial service. It was.

The thing that amazed me most was the presence of the casket at the stadium. During the last days, the newspapers spread the version that the artist would have a private service and burial. Only this morning we around the world knew that the family had decided to take the body first to the Staples Center. What role can play a casket (a gold one, remember!) in a musical show? Well, the answer came soon: it was placed on the stage by the brothers of the deceased actor, and all the perfomers made their speeches, sang, told anecdotes and cried at him…

I cannot avoid to compare the whole show to the funeral of Lady Di, also followed by millions around the world, which was an example of austerity and elegance… Well, but the Jacksons are not part of the European nobility, they are a working class family from Gary, Indiana, that struggled to achieve success in the competitive American show business. They had to do their son and brother’s funeral into their own style, and they did it. Even Michael’s children, the ones he always protected form the paparazzi appeared on stage and his little daughter Paris spoke and cried. After all, this was the funeral of the son of a problematic and very talented American family… a family with flaws and greatness… a family from the show business.

(Ooops! Esta nota me salió en inglés...)