Acabo de terminar de leer la biografía de Doris Wells, escrita por Ocarina Castillo D’Imperio. Un ejercicio de síntesis y revelaciones sobre la gran actriz venezolana desaparecida prematuramente, hace ya 21 años.
Doris nació en Caripito, estado Monagas, en el ambiente de los campos petroleros y se vino a la capital siendo adolescente con su madre y hermanos –como tantos venezolanos- a buscar mejores oportunidades de vida. Aquí estudió con la gran formadora de actores Juana Sujo, se inició como modelo y se convirtió en las décadas de los 60’s y 70’s en la protagonista indispensable de las telenovelas de RCTV. Se casó con un hombre de la alta sociedad, mucho mayor que ella y cuya familia no la aceptó de buenas a primeras. Tuvo tres hijos a los que mantuvo sabiamente alejados del mundo de la prensa de farándula. Era una fiel defensora de su privacidad y de cualquier posición que adoptara en la vida.
Ya cerca de cumplir 40 años quiso recuperar el tiempo que no le había dedicado a sus estudios; con entusiasmo se matriculó en la Escuela de Arte de la UCV e incursionó en la escritura de guiones de cine y TV. También tuvo una breve e intensa participación política con el partido Nueva República.
Para los venezolanos que nacimos en los años sesenta, su figura era familiar y querida desde nuestra infancia. De alguna manera, crecimos y llegamos a evolucionar con ella. Mis primeros recuerdos de Doris Wells se remiten a esas telenovelas cursis y acartonadas, donde ella era, a veces, “la mala” y otras, “la sufrida protagonista”. Pero en los 70’s, cuando la TV nacional dio un vuelco hacia una cierta “naturalidad” en el lenguaje y la trama, de la mano de intelectuales venezolanos como José Ignacio Cabrujas y Salvador Garmendia, Doris se adaptó muy bien al cambio. También formó parte de excelentes mini-series de corte cultural, como el ciclo de adaptaciones de obras de Rómulo Gallegos y de Guillermo Meneses.
Hay varios momentos que para mí serán inolvidables de su trabajo como actriz: sus actuaciones en La Trepadora, La Fiera y en el especial: La Hora Menguada, basado en un cuento de Gallegos, donde compartió roles estelares por única vez con otra gran dama de la actuación, Marina Baura. Otro gran hito fue la mini-serie La Comadre, escrita y dirigida por Román Chalbaud. Este seriado retrataba a la mujer venezolana de los años veinte del siglo pasado, que tomaba por primera vez conciencia de sus derechos. Más tarde, en el año 1985, Doris nos sorprendería nuevamente en su rol de Oriana, la película de la directora venezolana Fina Torres, laureada en el Festival de Cannes de aquel año. Un personaje hermoso y complicado que le valió reconocimiento internacional.
Inolvidable e irrepetible Doris Wells.