El pasado domingo 11 de noviembre fue la tercera edición de esta carrera, ya legendaria en el circuito de corredores.
Como siempre, la estrategia de mercadeo funcionó como el mecanismo de un reloj bien aceitado. La promoción, la entrega de la franela con tecnología "dry fit”, la organización de todo el evento fluyó sin problemas. Este año la ruta varió imprimiéndole mayores retos a los participantes al incluir unas cuantas subidas.
A la hora señalada, bajo unas leves nubes que nunca se trocaron en lluvia, unos 7 mil corredores aceptamos el reto. La marea azul cubrió las avenidas Francisco de Miranda y Libertador. Nuevamente sentimos el viento en nuestros rostros, la adrenalina a millón y esa alegría difícil de explicar a quienes no corren.
Correr es un acto sublime, instintivo, que nos recuerda nuestra naturaleza animal y al mismo tiempo, enaltece el espíritu. Es al mismo tiempo demostración de fuerza, locura, estrategia y euforia.
Correr es ser libre y ser libre es ser feliz.
Como siempre, la estrategia de mercadeo funcionó como el mecanismo de un reloj bien aceitado. La promoción, la entrega de la franela con tecnología "dry fit”, la organización de todo el evento fluyó sin problemas. Este año la ruta varió imprimiéndole mayores retos a los participantes al incluir unas cuantas subidas.
A la hora señalada, bajo unas leves nubes que nunca se trocaron en lluvia, unos 7 mil corredores aceptamos el reto. La marea azul cubrió las avenidas Francisco de Miranda y Libertador. Nuevamente sentimos el viento en nuestros rostros, la adrenalina a millón y esa alegría difícil de explicar a quienes no corren.
Correr es un acto sublime, instintivo, que nos recuerda nuestra naturaleza animal y al mismo tiempo, enaltece el espíritu. Es al mismo tiempo demostración de fuerza, locura, estrategia y euforia.
Correr es ser libre y ser libre es ser feliz.