viernes, 29 de julio de 2011

Los aeróbicos y el arte de escribir


En un ejercicio de ociosidad se me ocurre comparar los principios sobre salud y ejercicio que estableció el Dr. Kenneth Cooper, el hombre que hizo popular el jogging desde los años 60’s, con algunos consejos sobre el arte de la escritura.

Cooper asegura que las bases de una vida saludable se encuentran en la práctica de ejercicios de resistencia o aeróbicos; en ejercicios de fuerza y flexibilidad y una alimentación que provea suplementos nutricionales adecuados para lograr energía y bienestar.

Vamos por partes. La resistencia se logra tras una práctica constante de ejercicios aeróbicos, es decir, deportes que promuevan la oxigenación del cuerpo, sin llegar a la extenuación, por un tiempo prolongado: trotar, montar bicicleta, nadar, subir cerro o simplemente caminar. En comparación, el escritor también necesita una buena dosis de resistencia, sobre todo cuando intenta completar un proyecto de largo aliento como una novela, un libro de cuentos o una obra de no ficción. En ambos casos, el del deportista y el del escritor, la práctica constante proporciona la disciplina necesaria para lograr sus objetivos.

Los ejercicios de fuerza y flexibilidad –explica Cooper- son a menudo dejados de lado por los entusiastas de los aeróbicos. (Esto lo he podido comprobar personalmente y entre mis amigos aficionados al excursionismo). El uso de pesas livianas un par de veces a la semana y los estiramientos al comenzar y finalizar los ejercicios aeróbicos proporcionan grandes beneficios a los corredores y otros deportistas protegiéndolos contra lesiones. Se me ocurre que algo similar sucede con los escritores. Hay que encontrar una fuerza interna para repetir textos y ejercicios que nos ayuden a capturar la (a veces esquiva) inspiración. También hay que ser flexibles al revisar un texto, no casarnos con una idea o personaje que no funcionen, escuchar a la historia, sin forzar argumentos descabellados o que conduzcan a un final apresurado.

Finalmente, la alimentación. El buen doctor recomienda, por supuesto, una dieta balanceada que incluya pocas grasas y abundancia de alimentos naturales como frutas y verduras. Además, el uso de suplementos como vitaminas c y e, así como betacarotenos. Esta es la manera de esquivar los radicales libres que desgastan nuestro organismo. ¿Cuál sería el alimento del escritor? Lecturas, muchas buenas y variadas lecturas. Sí, como no, hay que leer a los clásicos, pero también a los escritores nuevos y vanguardistas. Y también hay que leer a los malos sabiendo por qué son malos. Es necesario poder apartarse de vez en cuando de la tentación de Internet, con sus tuiters y Facebook y otros distractores, para leer textos completos, novelas densas, cuentos que te dejen pensando al finalizarlos: ¿cómo hizo este escritor para llevarme hasta aquí?; ¿cuáles son sus trucos?, ¿cuáles sus aciertos y errores?. Uno de mis profesores hacía mucho énfasis en que hay que leer en la lengua madre, que para nosotros es el español. Entonces, hay que nutrirse con buenas lecturas en nuestro idioma, escribir todos los días con la disciplina de un buen deportista, ser flexibles al corregir un texto y, sobre todo, constantes.