martes, 21 de abril de 2009

Los hallazgos en un mercado de pulgas


De vez en cuando, en mi urbanización, una iglesia local organiza un mercado de pulgas. Es la ocasión para que los vecinos se deshagan de algunos corotos viejos y hasta saquen alguna platica. La filosofía detrás de los “flea markets” parece ser: “la basura de unos puede ser el tesoro de otros”. Así es. Hace unos días me acerqué al mercado de pulgas con la intención de curiosear y ‒debo reconocer‒ para estudiar el movimiento de la actividad a ver si me animaba a participar en él. Me llevé unas cuantas sorpresas. Junto a un montón de ropa vieja había una que otra antigüedad y, por supuesto, discos y libros interesantes.


Allí, tirado en el suelo, junto a viejas revistas y unos platos que ya vivieron sus mejores tiempos estaba una obrita de Ítalo Calvino (por solo 10 bolívares) que en vano había buscado hace meses en nuestras cada vez más desprovistas librerías: El Castillo de los Destinos Cruzados. Se trata de unos relatos de este gran escritor italiano en los que el autor se valió de las cartas del Tarot para armar personajes y argumentos.


La estructura de la obra es sencilla, pero efectiva. Varios personajes se encuentran en un castillo (luego lo harán otros en una taberna) y por razones desconocidas todos han perdido el habla. Los personajes utilizan un mazo de cartas del Tarot para contar (como si fuera un story-board) sus vidas.

Así, las historias del alquimista que vendió su alma, de la novia condenada, de Astolfo en la luna y todas las demás, adquieren vida y sentido con cada carta.
Calvino utiliza este recurso para contar unas cuantas historias, pero al describir las cartas, sugiere otras, lo que hace al libro aún más interesante. Un verdadero hallazgo de “flea market”.

lunes, 13 de abril de 2009

Puentes


Unir los extremos, hacer avanzar el camino, acortar las distancias, son algunas de las posibles funciones de los puentes. A veces son vistos como un obstáculo o una prueba, como el puente medieval que es defendido por un caballero negro y el caminante se ve obligado a aceptar el reto de ese enemigo enigmático y poderoso si quiere continuar hacia su destino.

Hay puentes iniciáticos, como el Puente de la Reina en el Camino de Santiago, motivo de leyendas antiguas y nuevas. Hay puentes románticos, como los de Madison County (los de la película, porque el libro es insufrible y no les hace justicia). Hay puentes que demuestran ser una obra maestra de la ingeniería, como el puente sobre el Lago de Maracaibo o los de Nueva York o los catorce puentes que trepan sobre los tres ríos que atraviesan a la ciudad de Pittsburgh; estos últimos son moles de concreto que proclaman un efímero triunfo del hombre sobre la naturaleza.

Pero también hay puentes carcomidos por el tiempo, en cuyas maderas resquebrajadas se puede leer nuestra propia fragilidad y nuestros miedos. Esos son los que hay que atreverse a cruzar con pasos quietos.

lunes, 6 de abril de 2009

La pesadilla nazi de Philip Roth


¿Y si en las elecciones de 1940, en vez de Franklin D. Roosevelt, hubiera sido elegido presidente Charles A. Lindbergh? ¿Y si el héroe y pionero de la aviación se hubiera aliado con Hitler para acabar con los judíos durante su presidencia? ¿Y si hubiera sido chantajeado para hacer esto último?

¿Y si…? Estas dos palabras en forma de interrogante, que a menudo son el germen de toda buena historia son la excusa que utiliza el escritor Philip Roth para situar al lector ante una posibilidad escalofriante y no del todo inverosímil, gracias a su habilidad de narrador.

El establecimiento de un gobierno de tendencia nazi podría haber ocurrido aún en los Estados Unidos de haberse dado algunas condiciones, parece ser la teoría que sustenta Roth en su novela.

En La Conjura contra América, el escritor desarrolla esta idea, desde la óptica de un niño (llamado Philip Roth, como él) y su familia judía. Los padres verán impotentes como el país se va transformando bajo el poder fascista y los intentos exitosos; primero, de dividir a los judíos; luego, de aislarlos y finalmente, preparar su exterminio.

Aunque no conozco con mucha profundidad la historia norteamericana, el relato me pareció muy bien planteado. Al final, lo que realmente destaca es la transformación de una familia amenazada ante algo que parece inevitable. Como toda persona que padece un régimen autoritario, hay un momento en que el padre de Philip, sintiéndose impotente para proteger a su familia, se lamenta:
“(…) todos los días me hago la misma pregunta (…) ¿Cómo es posible que una cosa así esté ocurriendo en Norteamérica? ¿Cómo es posible que personas así estén al frente de nuestro país? Si no lo viera con mis propios ojos pensaría que estaba sufriendo una alucinación…”.

El final (que no adelanto) me pareció un poco brusco, como si Roth hubiera tenido prisa por deshacer el difícil entramado que había logrado. Destaco la excelente descripción de los sentimientos del niño Phil. El miedo, dolor y la incertidumbre que siente por su futuro, así como la madurez que va adquiriendo al verse enfrentado a tantos avatares logran que ese personaje establezca empatía con lectores de diferentes culturas. Después de todo, los sentimientos son universales.