Ya van a ser las siete.
El tráfico fluye por un Paris caluroso, que se despereza muy despacio, soportando la invasión de turistas veraniegos. Antes de abordar su taxi para hacer unos cuantos francos, Jean Claude compra el periódico y al ver la foto que adorna la primera plana sonríe pensando que esta noche tendrá mucho que hablar con Marie.
Jairo enciende la tele apenas abre los ojos. Anoche se desveló viendo la rueda de prensa y se gastó unos cuantos dólares hablando con su familia, a miles de kilómetros al sur de este New Jersey, a donde lo ha llevado su afán por aprender inglés. Se desayuna con un ojo puesto en CNN y otro en la cafetera que descansa allí mismo, en la mesa de noche de su improvisada habitación de estudiante. El aroma de café que le trajo su novia en la última visita le trae dulces recuerdos de Valledupar.
Yolanda se apretuja con otros 35 pasajeros en el Encava que la lleva desde Petare hasta Chacao. Como le toca ventana puede ver a través del vidrio sucio los kioscos que enarbolan la misma fotografía. Piensa en sus hijos, se santigua, le da gracias en silencio al Nazareno y se promete comprar la noticia apenas baje del carrito.
Jean Claude, Jairo y Yolanda saben que valió la pena marchar y rezar por Ingrid.
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