Gracias a mi amiga Mercedes, quien tuvo la gentileza de traerme de USA esta novela, pude disfrutar del libro ganador del Pulitzer 2008 en su idioma original: Spanglish. (Sospecho que en la traducción al español que ya está rodando por aquí se debe perder mucha de la chispa de esta novela).
Esta es la saga de una familia dominicana contemporánea que emigra a los Estados Unidos, concretamente a New Jersey, como la familia del autor. La historia te atrapa desde el principio y te lleva por los sufrimientos de varias generaciones de los Cabral gracias a una maldición que arrastran (quizás desde Africa) y los persigue condenándolos a la infelicidad.
Sé que no suena muy atractiva esta descripción, pero hay más, muchísimo más: un humor negro y delirante en el que el narrador nos explica a los lectores, con la ayuda de muchísimos pies de página, los intríngulis de la historia no-oficial de la República Dominicana, donde no falta ninguno de los íconos de esa isla: desde Trujillo hasta Porfirio Rubirosa, pasando por Cristóbal Colón y las Mirabal... creo que si acaso, le faltó Juan Luis Guerra. Pero antes de irme por las ramas, mejor me concreto a la trama principal (hay varias).
Oscar es un negrito dominicano muy, pero muy desubicado en la vida; es un nerd de la ciencia ficción, apasionado por los héroes de los cómics (él crea sus propias historias como incipiente escritor y sueña con ser el "Tolkien" dominicano), pero es incapaz de levantarse ni una sola chica. Condenado a un mundo sin amor en el que no “encaja”, finalmente Oscar toma algunas resoluciones heroicas. En el interin uno se encariña con esa adorable familia disfuncional incapaz –aún con las mejores intenciones- de ayudarlo a encontrar su lugar en el mundo. Uno sufre con las historias desgarradoras de la madre (Beli), de la abuela (La Inca), de la hermana y el casi-cuñado (este sí, típico macho caribeño), que resulta el narrador de la historia.
Es una novela urbana, familiar, tragicómica y de un ritmo trepidante, que te deja pensando en el infierno tropical que puede ser una supuesta isla paradisíaca, en manos de gente autoritaria, mediocre y francamente malvada. ¿Qué nos pasará a los latinoamericanos que cada cierto tiempo sucumbimos y terminamos colocando nuestros destinos en las manos de caudillos autoritarios? ¿Dónde está nuestra autoestima y nuestro valor?
A lo mejor podemos aprender algo del adolescente soñador, nerd y desadaptado que es Oscar Wao.