lunes, 13 de abril de 2009

Puentes


Unir los extremos, hacer avanzar el camino, acortar las distancias, son algunas de las posibles funciones de los puentes. A veces son vistos como un obstáculo o una prueba, como el puente medieval que es defendido por un caballero negro y el caminante se ve obligado a aceptar el reto de ese enemigo enigmático y poderoso si quiere continuar hacia su destino.

Hay puentes iniciáticos, como el Puente de la Reina en el Camino de Santiago, motivo de leyendas antiguas y nuevas. Hay puentes románticos, como los de Madison County (los de la película, porque el libro es insufrible y no les hace justicia). Hay puentes que demuestran ser una obra maestra de la ingeniería, como el puente sobre el Lago de Maracaibo o los de Nueva York o los catorce puentes que trepan sobre los tres ríos que atraviesan a la ciudad de Pittsburgh; estos últimos son moles de concreto que proclaman un efímero triunfo del hombre sobre la naturaleza.

Pero también hay puentes carcomidos por el tiempo, en cuyas maderas resquebrajadas se puede leer nuestra propia fragilidad y nuestros miedos. Esos son los que hay que atreverse a cruzar con pasos quietos.

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