No de lectura, sino de limpieza. Así fue mi tarde de sábado.
Limpieza por partida doble. No tenía ni medio para el cine, así que el encierro obligado en casa me llevó a acometer una tarea que he venido postergando en los últimos tiempos: limpiar y ordenar mis bibliotecas.
Fue una labor ardua y cansona; siempre he tratado de ser ordenada, pero me cuesta mucho encontrarle una lógica a la clasificación de los libros. Quizás tenga sentido guardar juntos los de ficción, pero... son tantos. Traté de agrupar los profesionales: gerencia, comunicaciones, publicidad, porque siempre ando buscándolos a altas horas de la noche y se desaparecen. Creo que esta vez lo logré a medias.
Parte del problema es el disímil tamaño de los estantes y de los libros. Los de arte -al menos-, quedaron desperdigados en sitios que considero estratégicos, veamos si después los recuerdo. Los del postgrado –todos en inglés- tienen ganado desde hace 10 años un espacio estelar. Quizás sean los únicos que puedo encontrar con cierta facilidad; los demás parece que tuvieran paticas y voluntad propia.
Al menos en esta ocasión la tarea tuvo sus compensaciones: aparecieron un par de libros que creía perdidos o prestados (que es casi lo mismo). “El cantar del Mío Cid” y “Seis personajes en busca de autor”; el primero es la gesta anónima del héroe de la España medieval y el segundo, a mi entender, la mejor obra teatral de Luigi Pirandello.
Limpieza por partida doble. No tenía ni medio para el cine, así que el encierro obligado en casa me llevó a acometer una tarea que he venido postergando en los últimos tiempos: limpiar y ordenar mis bibliotecas.
Fue una labor ardua y cansona; siempre he tratado de ser ordenada, pero me cuesta mucho encontrarle una lógica a la clasificación de los libros. Quizás tenga sentido guardar juntos los de ficción, pero... son tantos. Traté de agrupar los profesionales: gerencia, comunicaciones, publicidad, porque siempre ando buscándolos a altas horas de la noche y se desaparecen. Creo que esta vez lo logré a medias.
Parte del problema es el disímil tamaño de los estantes y de los libros. Los de arte -al menos-, quedaron desperdigados en sitios que considero estratégicos, veamos si después los recuerdo. Los del postgrado –todos en inglés- tienen ganado desde hace 10 años un espacio estelar. Quizás sean los únicos que puedo encontrar con cierta facilidad; los demás parece que tuvieran paticas y voluntad propia.
Al menos en esta ocasión la tarea tuvo sus compensaciones: aparecieron un par de libros que creía perdidos o prestados (que es casi lo mismo). “El cantar del Mío Cid” y “Seis personajes en busca de autor”; el primero es la gesta anónima del héroe de la España medieval y el segundo, a mi entender, la mejor obra teatral de Luigi Pirandello.
3 comentarios:
Así es Aurora, de seguro encuentras otros.
cariños.
Amiga, así son los libros, cuando reaparecen nos deparan sorpresas.
Cariños,
Aurora
Los libros son como los buenos amigos, pasa el tiempo y cuando nos los topamos, revivimos la conversación como sí el tiempo no existe.
Publicar un comentario