jueves, 27 de diciembre de 2007

Los juegos de Nieves Montero


Ya había escuchado sobre este joven narrador y he seguido su blog con interés, (http://cuestiondemetodo.blogspot.com), pero fue sólo hace poco que leí algunos de sus libros: Juegos de Perdón (cuentos); Últimos Juegos y Pies de Barro, (novelas).

El dicho que afirma: “lo bueno si breve, dos veces bueno” se cumple en el estilo limpio, desprovisto de adornos innecesarios, y al mismo tiempo muy natural, orgánico de estas narraciones.

Jesús Nieves Montero, en sus brevísimas novelas (no más de 80 páginas) y cuentos, no permite nunca al lector aburrirse o desviarse del nudo central de sus historias. La lectura te atrapa y uno sabe que llegará a un final sorprendente, como sacado del sombrero de copa de este aprendiz de mago.

Sus obras se consiguen a través de comala.com o en algunas librerías y ferias. Búscalas, vale la pena leerlo y releerlo.

sábado, 8 de diciembre de 2007

Almuerzo Navideño del CEC







Otra vez fue en Galipán el tradicional almuerzo navideño del Centro Excursionista Caracas (CEC). En esta ocasión, el restaurante elegido: Horno, Leña y Pan, con una vista envidiable de los cultivos de la zona, que a ratos las nubes se empeñaban en ocultarnos.

Veteranos y jóvenes, caras nuevas y otras más experimentadas se dejaron ver y sentir. Un grupo de aproximadamente 50 excursionistas con muchos kilómetros de bagaje en las montañas venezolanas (y unas cuantas del exterior) nos dimos cita en el Ávila, pero esta vez no con ánimo deportivo, sino con el objetivo de compartir y disfrutar de un excelente menú navideño, abundantemente regado por sangría y vinos diversos.

En el almuerzo hubo muchas razones para brindar: el éxito de las excursiones del año 2007, el próximo viaje a los volcanes de México y la elección de la nueva junta directiva, donde repite el veterano Hans como presidente, Héctor es el nuevo Vice, Maria Eugenia se estrena como directora de Relaciones Públicas y Manuel fue elegido por aclamación director de Excursiones. También se realizó el tradicional Concurso de Fotografía.

Se comió, se bebió, se cantó; alguien hasta se lanzó a declamar atrevidos versos, fue una tarde inolvidable con el telón de fondo del Mar Caribe. Cerca del ocaso, la neblina se fue despejando para dejarnos ver en el horizonte el Picacho de Galipán: la mejor de las despedidas.

lunes, 3 de diciembre de 2007

¡Gracias!


domingo, 18 de noviembre de 2007

Otra vez Caracas Nike Corre 10 km



El pasado domingo 11 de noviembre fue la tercera edición de esta carrera, ya legendaria en el circuito de corredores.

Como siempre, la estrategia de mercadeo funcionó como el mecanismo de un reloj bien aceitado. La promoción, la entrega de la franela con tecnología "dry fit”, la organización de todo el evento fluyó sin problemas. Este año la ruta varió imprimiéndole mayores retos a los participantes al incluir unas cuantas subidas.

A la hora señalada, bajo unas leves nubes que nunca se trocaron en lluvia, unos 7 mil corredores aceptamos el reto. La marea azul cubrió las avenidas Francisco de Miranda y Libertador. Nuevamente sentimos el viento en nuestros rostros, la adrenalina a millón y esa alegría difícil de explicar a quienes no corren.

Correr es un acto sublime, instintivo, que nos recuerda nuestra naturaleza animal y al mismo tiempo, enaltece el espíritu. Es al mismo tiempo demostración de fuerza, locura, estrategia y euforia.

Correr es ser libre y ser libre es ser feliz.

domingo, 11 de noviembre de 2007

Un amor celta


Para Níyume y Josein



Afuera el viento silba con lamentos de los antiguos:
Conin, Cassivellaunos, Boudicca
lloran las derrotas de sus hijos

Pero en las pallozas
habita la lumbre buena
de los cuerpos que se juntan
para gozar y conjurar el miedo

Truenos afuera,
relámpagos adentro
y otro ciclo que se cumple:
vida, muerte, resurrección y vida.

Amor de colosos que siguen la ruta
del mapa estampado en el cielo

Céltica, S. XXI

domingo, 28 de octubre de 2007

Palabras de los indios norteamericanos


¿Qué es la vida?
Es el destello de una luciérnaga en la noche
Es el resuello de un bisonte en invierno
Es la diminuta sombra que corre por la hierba
y desaparece cuando se pone el sol

Pie de Cuervo, Jefe de los Pies Negros
(1821-1890)

domingo, 14 de octubre de 2007

About Kilimanjaro


Una reciente lectura del relato de Hemingway: “Las nieves del Kilimanjaro” renueva mi curiosidad sobre esa imponente montaña. Es difícil no conmoverse al leer sobre Harry y su encuentro definitivo con el Kilimanjaro. El aventurero que muere lentamente mientras sueña y vuela hacia la cima; el sueño le trae retazos de su vida, sus mujeres, sus viajes, las historias que nunca escribió, los momentos felices, todas sus frustraciones.

Tengo amigos que han escalado hasta la cumbre del Kilimanjaro, que conocen de cerca la magia de su aire enrarecido. Adriana y Rafael me han contado cómo es estar en el techo de África.

Dicen las leyendas de los Masai que en las noches heladas, justo antes de que los escaladores despierten para emprender el camino hacia la cima, el viento susurra canciones de cuna para los guerreros caídos en el combate. Seguro que también canta para Harry.




domingo, 7 de octubre de 2007

Palabras celtas



Mi amor es un acebo, es un deseo de fuerza
y de violencia, es como las cuatro partes
de la tierra, es infinito como el cielo; es
romperse el cuello, es ahogarse en el agua,
es una batalla contra una sombra, es una
carrera hacia el cielo, es una atrevida carrera
bajo el mar, es un amor por una sombra...

Histoire d’Etaine (Siglo IX)

domingo, 30 de septiembre de 2007

La puerta sin puertas


El gran sendero no tiene puertas,
miles de caminos lo atraviesan.
Cuando se cruza la puerta sin puertas
se camina libremente entre el cielo y la Tierra.

M. Ekai, Monje Zen , 1228

domingo, 23 de septiembre de 2007

Tarde con libros



No de lectura, sino de limpieza. Así fue mi tarde de sábado.
Limpieza por partida doble. No tenía ni medio para el cine, así que el encierro obligado en casa me llevó a acometer una tarea que he venido postergando en los últimos tiempos: limpiar y ordenar mis bibliotecas.

Fue una labor ardua y cansona; siempre he tratado de ser ordenada, pero me cuesta mucho encontrarle una lógica a la clasificación de los libros. Quizás tenga sentido guardar juntos los de ficción, pero... son tantos. Traté de agrupar los profesionales: gerencia, comunicaciones, publicidad, porque siempre ando buscándolos a altas horas de la noche y se desaparecen. Creo que esta vez lo logré a medias.

Parte del problema es el disímil tamaño de los estantes y de los libros. Los de arte -al menos-, quedaron desperdigados en sitios que considero estratégicos, veamos si después los recuerdo. Los del postgrado –todos en inglés- tienen ganado desde hace 10 años un espacio estelar. Quizás sean los únicos que puedo encontrar con cierta facilidad; los demás parece que tuvieran paticas y voluntad propia.

Al menos en esta ocasión la tarea tuvo sus compensaciones: aparecieron un par de libros que creía perdidos o prestados (que es casi lo mismo). “El cantar del Mío Cid” y “Seis personajes en busca de autor”; el primero es la gesta anónima del héroe de la España medieval y el segundo, a mi entender, la mejor obra teatral de Luigi Pirandello.

domingo, 16 de septiembre de 2007

Sabas Nieves-Silla de Caracas


Diario del camino: 16-09-07

Salimos como las 8 de la mañana desde Sabas Nieves para dirigirnos a la Silla de Caracas; una excursión regular, de unas tres horas de ascenso y similar número de horas para bajar. El día prometía sol y cumplió. Afortunadamente, los bosques de No Te Apures nos protegieron de sus rayos.

Subimos en alegre manada, unos 20 excursionistas; no elegimos capitán, reinó la informalidad. Poco a poco formamos pequeños grupos, según nuestro grado de entrenamiento, afinidad y ritmo de caminata. La conversa giró en torno a diferentes tópicos intrascendentes. Llegamos al Banquito en una hora y desde allí a No Te Apures caminamos los acostumbrados 20 minutos. En este punto descansamos un rato. Alguien recordó a una amiga enferma y ahora surgieron de manera espontánea los comentarios sobre la fragilidad de la vida –nuestra propia fragilidad- y la necesidad de vivir cada instante al máximo. Alguien dijo: “Vivir el presente”. Parece un cliché más.

Para tomar unas fotos me aparto del grupo y me adelanto un poco. La belleza y los colores de las flores me sorprenden en este camino que he transitado tantas veces. Siento que un manto verde me rodea, estoy consciente de la pureza del aire que respiro, adivino de cerca la neblina y me dejo envolver por ella. El viento y el frío erizan mi piel. Estoy cerca de la cumbre. El cielo se abre nuevamente y un rayo de sol me alcanza.

El Avila me arropa y vivo el momento.

domingo, 9 de septiembre de 2007

Carpe diem (¡Aprovecha el día!)


¿Recuerdas aquel film de los 80's, La Sociedad de los Poetas Muertos, de Peter Weir, que puso de moda la frase latina: carpe diem?


Esta semana tuve la ocasión de recordarlo, en especial el poema de Whitman dedicado al campeón de la libertad, Abraham Lincoln:


"O Captain! My Captain!", Walt Whitman


O Captain! my Captain! our fearful trip is done;
The ship has weathered every rack, the prize we sought is won;
The port is near, the bells I hear, the people all exulting,
While follow eyes the steady keel, the vessel grim and daring.
But O heart! heart! heart!
O the bleeding drops of red!
Where on the deck my Captain lies,
Fallen cold and dead.

II.

O captain! my Captain! rise up and hear the bells;
Rise up! For you the flag is flung, for you the bugle trills:
For you bouquets and ribboned wreaths, for you the shores a-crowding:
For you they call, the swaying mass, their eager faces turning.
Here Captain! dear father!
This arm beneath your head;
It is some dream that on the deck,
You've fallen cold and dead.


III.

My Captain does not answer, his lips are pale and still;
My father does not feel my arm, he has no pulse nor will;
The ship is anchor'd safe and sound, its voyage closed and done;
From fearful trip the victor ship comes in with object won!
Exult, O shores, and ring, O bells!
But I with mournful tread,
Walk the deck my Captain lies,
Fallen cold and dead.

domingo, 2 de septiembre de 2007

Los mejores libros de montañismo








Al menos de los que yo he leído, estos son los primeros en mis preferencias:

No Picnic on Mount Kenya, de Felice Benuzzi
Es la historia verídica de cómo tres presos de un campo de concentración británico en Africa, durante la II Guerra Mundial, escapan del lugar sólo para intentar subir el Monte Kenya, la segunda cumbre más alta de ese continente. En el diario escrito por Benuzzi, quien fungió de líder de la aventura, se detallan todos los preparativos que hicieron en secreto durante meses, construyendo los piolets y crampones con los materiales más rudimentarios, su intrépido escape y su retorno al campo de concentración. Es una de las odiseas más memorables de todos los tiempos.

The Wildest Dream, de Peter y Leni Gillman
Es la biografía de George Mallory, el intrépido explorador británico desaparecido en el Everest en 1922. En años recientes se descubrió el cuerpo de John Irvine, su compañero en esa fatídica expedición, pero el de él nunca ha sido recuperado y siempre quedará una duda razonable de si fueron los primeros en lograr la cumbre. En la biografía conocemos detalles de una vida contradictoria, como su bisexualismo y su profundo amor por su esposa e hijos. También, su elevado nivel cultural, su formación como escalador. Los autores hicieron una investigación muy sucinta, pero sin caer en el amarillismo.

Into Thin Air, de Jon Krakauer
El clásico sobre la tragedia del Everest en el año 1996 es lectura obligatoria para cualquier amante del montañismo. Krakauer, periodista veterano, fue contratado por la revista Outside para hacer un reportaje sobre las expediciones comerciales al Everest. Lo paradójico es que le tocó a él mismo ser protagonista de su propio relato. El reportaje se convirtió en este libro, donde hace un retrato excelente de los malogrados líderes de las dos expediciones involucradas y de todos los participantes, así como de las acciones que desencadenaron en la peor tragedia del montañismo de los últimos años.

domingo, 26 de agosto de 2007

Orbitrek


Contrariamente a lo que piensa la mayoría, el ejercicio no sólo es para los gordos. También se aplica a los flacos la larguísima lista de sus beneficios a la salud, rebaja del colesterol, etc; pero a mí lo que me importa es que sencillamente me gusta y es una de las actividades que me desestresa, lo malo es que en estos días no he podido ejercitarme como acostumbro.

Trabajo en el centro de Caracas y vivo en el Este, así que el regreso a casa es toda una proeza; me salí del gimnasio al que acudía un par de veces a la semana, últimamente llegaba demasiado tarde y tenía que hacer cola para usar los aparatos. Por otra parte, las lluvias que azotan la capital en los últimos meses me han alejado de mi primera opción que es hacer ejercicio al aire libre. Así que decidí copiar lo que muchos cultores del ejercicio hacen: llevar el gimnasio a la casa.

Luego de estudiar y medir todos los aparatos cardiovasculares que ofrecen las tiendas especializadas: trotadoras, bicicletas, etc, me decidí por la Orbitrek, total, es la que usaba en el gimnasio y ahora me saldría más barato tenerla en casa.

Comparé precios, visité tiendas hasta que conseguí lo que buscaba a un precio razonable. En fin, elegí la más barata, sin pulsómetro porque ya tengo uno. El problema era que el aparato en cuestión pesa unos 25 kilos y las tiendas, si te lo dan armado no te lo llevan hasta tu casa y si lo entregan en tu hogar viene desarmado en una cajota que tienes que romper para empezar el suplicio del ensamblaje de las piezas.

Cuando le pregunté a la chica de Beco si era muy difícil armarla, la joven sonrió beatífica y me aseguró que ella misma lo había hecho varias veces y era facilito. No sé por qué, pero no le creí. De todos modos, compré la Orbitrek y me la llevaron puntualmente el viernes en la tarde. Cuando abrí la caja y pude hojear las instrucciones casi me desmayo. Hay un gráfico que incluye una 70 piezitas, el lenguaje me lucía esotérico, plagado de palabras como pivote, cigueñal, arandela, que me evocaban (¡no sé por qué!) las partes de un barco. Luego del susto me alejé de la caja por un par de horas para asimilar el golpe.

Cuando me le acerqué nuevamente, ya había decidido llamar a un amigo (¡o a dos!) que me pudiera ayudar. ¡Este no es trabajo para jevas!, pensé. Pero un poco por curiosidad, comencé a observar el diagrama y a ensamblar las piezas y en una hora y cinco minutos... milagrosamente... ¡lo logré!

Sólo como medida de precaución, tengo a mano las herramientas, en caso de que algo se afloje.

sábado, 18 de agosto de 2007

Días de taxis y jazz


En las últimas tres semanas la desidia y la mediocridad de un taller mecánico me mantuvieron a pie, en metro y camionetica hasta que un intento de asalto me obligó a tomar la onerosa decisión de contratar un servicio de taxis para trasladarme.

El gasto tuvo sus compensaciones. Me encontré con unos taxistas amables y sibaritas, casi insólitos en esta Caracas infernal. Hablamos de cocina gourmet, deportes y jazz, sobre todo con uno de ellos, apodado “el melómano”. Este amigo logró calmar mis ánimos de estresada caraqueña con los acordes de Ella Fitgerald, Glenn Miller, Michelle Camilo, Chic Corea y un largo etcétera del mejor jazz de todos los tiempos.
Así que regresé a mis orígenes. La música que a lo mejor no sacudió a todo el mundo, pero a mí me deleita desde los 16 años. Desempolvé entre mis CD’s la copia del álbum de pasta del abuelo que me reveló el jazz por primera vez: All Star Festival, un disco que sacaron las Naciones Unidas en los 50’s ó 60’s para ayudar a los refugiados del mundo. No sé si la ONU logró su cometido, pero al menos yo me refugié nuevamente en las voces inolvidables de: Louis Armstrong, Bing Crosby, Maurice Chevalier, Nat “King” Cole, Doris Day, Ella Fitzgerald, Nana Mouskouri, Patti Page, Luis Alberto del Paraná, Edith Piaf, Anne Shelton, Caterina Valente y la gran, inmortal Mahalia Jackson.

martes, 14 de agosto de 2007

Gerbasi y la ciudad


Es curioso, el hombre que le cantó al campo, al pueblo, al padre y a la nostalgia también dedicó unos versos al desconcierto citadino:

La ciudad es una torpe ruina de pasiones,
donde el musgo cubrirá el color de su hermosa arquitectura,
y entre sus torres pasarán las aves,
en el canto, siguiendo primaveras...

Vicente Gerbasi

domingo, 29 de julio de 2007

Suite Francesa II: La Era de la Intolerancia




Sigo con Suite Francesa. En realidad, el proyecto original de Nemirovsky era una enorme novela que abarcara toda la guerra, en cinco partes: Tormenta en Verano, Dolce, Cautiverio, La Batalla, La Paz. Lamentablemente, Irene sólo completó las dos primeras partes y llegó a delinear trozos de las restantes, antes de ser deportada a Auschwitz.

Quizás uno de los atractivos de la novela es que describe a gente común mientras huye de la capital hacia el interior de Francia, buscan refugio, esquivan las bombas; los ricos, negándose a aceptar su situación de fragilidad ante el avance de los nazis; otros, luchando por un poco de comida y un espacio en el piso para poder dormir. Todos, a veces presa de una quieta desesperación o simplemente resignados a lo peor.

La obra publicada también contiene dos apéndices interesantes: en uno se publican las cartas de la escritora y las de su esposo, cuando trató inútilmente de salvarla, así como la correspondencia con sus editores, documentos históricos de sumo interés.

En el otro apéndice están las notas que hizo Irene sobre la obra, se pueden leer sus apuntes sobre los personajes, cómo delineaba el argumento, qué efectos esperaba crear en el lector, todo salpicado con reflexiones personales sobre la vida, la guerra y el tiempo en que le tocó vivir.

Para los aprendices de escritores estos documentos son bien valiosos. Irene, por su origen ruso, admiraba a Tolstoi y citaba sus obras; aunque escribe en francés, hace observaciones en ruso y en inglés; era una mujer culta, refinada y muy observadora.

En un determinado momento hace una reflexión sobre Hitler y los nazis que demuestra su enorme y trágica lucidez:

“Están tratando de hacernos creer que vivimos en una era de comunidad, en la cual el individuo debe perecer para que la sociedad pueda vivir, y no queremos ver que es la sociedad la que está muriendo para que los tiranos puedan vivir”.


En la dedicatoria de la obra, Denise Epstein, la hija mayor de Irene y quien rescató su obra, hace un homenaje a sus padres y a todas las personas que han sufrido o sufren la tragedia de la intolerancia.

lunes, 23 de julio de 2007

Suite Francesa: el Poder de las Palabras



En julio de 1942, justo unos minutos antes de ser arrestada para ser deportada hacia un campo de concentración, la escritora judía Irene Nemirovsky le dio a su hija Denise, entonces de 12 años, una carpeta de cuero llena de papeles y le pidió que se los cuidara porque ella se iba a un largo viaje.

Irene nunca regresó. Su hija guardó por muchos años esos papeles sin saber que cuando los leyera, muchos años después, estaría en presencia de un descubrimiento maravilloso: el poder de las palabras.

Irene Nemirovsky, la madre de Denise, nació en Rusia en 1903, en una familia judía de clase media alta. Con la llegada de la revolución comunista, la familia huye hacia Francia. Irene se dedica a escribir y publica su primera novela a los 26 años. Se casa con el banquero Michel Epstein, tienen dos hijas y sigue publicando novelas exitosas durante los años 30, ya convertida en una intelectual reconocida en su país adoptivo.

Pero en 1939 estalla la Segunda Guerra Mundial y ante el avance de los nazis hacia Francia, todos los judíos se encuentran en peligro. Los alemanes ocupan París. Irene, su esposo y sus hijas huyen al interior de Francia.

La escritora, por ser una figura pública, es reconocida y arrestada. Su esposo Michel hace miles de gestiones para tratar de liberarla y al final, también es apresado. Ambos mueren en el campo de concentración de Auschwitz, en Polonia. Mientras tanto, las pequeñas hijas de la pareja, de 12 y 5 años, respectivamente, viven miles de peripecias huyendo de los nazis, bajo la protección de la familia de su nana.

Cuando la guerra termina, las niñas son adoptadas, crecen, se casan y forman sus propias familias. Aunque conserva los papeles de su madre, Denise posterga el momento de leerlos porque le resulta muy doloroso. Pasan 10, 20, 30, 40 , 50 años y es a mediados de los 90, cuando ya Denise es una abuela, que se atreve a leerlos y descubre algo maravilloso: los viejos papeles de la carpeta de cuero contenían una novela, la última escrita por su madre y que tituló: Suite Francesa. El tema: la vida de parisinos de diferentes clases sociales a quienes les toca huir de los alemanes, en plena II Guerra Mundial. Fue escrita en diversos trozos de papel, porque en la guerra escaseaba este material. Es una novela hermosa, conmovedora, muy realista; la autora simplemente tomó lo que estaba sucediendo y lo plasmó en unos personajes.

Denise llevó los textos a una editorial y la novela se imprimió y fue un suceso de ventas. Suite Francesa ganó en el 2004 el premio Goncourt de literatura, siendo la primera vez que un escritor obtiene ese galardón después de haber fallecido.

Es imposible saber si en sus últimos y angustiosos días en Auschwitz, Irene Nemirovsky pudo haber tenido tiempo para pensar en el destino de su obra, pero hoy en día, su hija y sus nietos se encuentran felices de haberla revivido de alguna manera. Denise piensa que al recuperar su obra póstuma, se demuestra que los nazis nunca pudieron realmente acabar con su madre.

Hoy en día los nazis han desaparecido, mientras que la obra Suite Francesa ha sido traducida a más de 30 idiomas y es uno de los libros más vendidos y aclamados por su calidad literaria, lo cual demuestra que la creatividad y el poder de las palabras son más fuertes que la violencia y la injusticia.

sábado, 21 de julio de 2007

Thank you, J.K.Rowling


Por fin lo tengo en mis manos; sí, el último libro de la serie sobre Harry Potter. Desde el año 2000, cuando leí el primero de la saga, quedé atrapada como otros muchos adultos contemporáneos por las aventuras y desventuras del niño mago.

Que si es un bestseller, que si forma parte de una gigantesca estrategia de mercadeo, que si la autora es multimillonaria y ha sabido vender su obra y venderse a sí misma. Pues, como dicen los gringos: who cares! (¡a quien le importa!)

A J. K. Rowling le doy las gracias por dos cosas: la primera es haberme devuelto a la infancia aquel domingo inolvidable de 2000, cuando me devoré de un tirón: Harry Potter y la Piedra Filosofal; y la segunda, haber contribuido enormemente a poner de moda en esta época -en la que parecía destinado a morir- al hábito de la lectura.

Creo que de ahora en adelante habrá una generación más atraída por la lectura que en los últimos 15 años. Eso se lo debemos a Rowling. Por otra parte, más allá de la estrategia mediática global lanzada y magnificada por los medios de todo el mundo, hay que recordar que algo parecido ocurría con las novelas por entregas de otro compatriota suyo: Charles Dickens. En algún lado leí que cuando sus novelas llegaban a través de los barcos ingleses a Estados Unidos, la gente se atropellaba por un lugar en el puerto para poder saber de primera mano el destino de sus personajes, así que esta expectativa no es tan nueva. Sólo es una cuestión de épocas y medios de comunicación diferentes.
¡Vaya con estos escritores ingleses y su manera de trabajar el suspenso! ¡Gracias una vez más, Mrs. Rowling!

miércoles, 11 de julio de 2007

Gardel y Cabrujas: dos recuerdos



Afortunadamente pude disfrutar de una de las últimas funciones de “El día que me quieras”, la obra teatral de José Ignacio Cabrujas, interpretada por el Grupo Actoral 80, bajo la dirección de Juan Carlos Gené. La fina ironía de sus diálogos, la mezcla de humor y drama muy bien balanceados y la acertada puesta en escena mantuvieron la atención del público que llenó la sala del CELARG.

La pieza me trajo recuerdos de dos personajes; por un lado, uno sureño (Gardel) y por otro, un venezolano, Cabrujas. De Gardel me consta el fervor que despertó su visita en Venezuela poco antes de su trágica desaparición. Mis abuelos valencianos recordaban el revuelo que causó al presentarse en esa ciudad. El cantante visitó Caracas, Valencia y Maracay. Aunque no pudieron asistir a su presentación en el teatro, sí pudieron atisbarlo en la calle, cuando pasó frente a la casa familiar saludando a la multitud que colmaba las calles. Mi abuelita –como Matilde en la obra de Cabrujas- juraría siempre que el Morocho del Abasto le dirigió una mirada y un saludo desde su automóvil.

De mi admirado Cabrujas recuerdo su amabilidad cuando un grupo de estudiantes de Comunicación Social lo asediamos a preguntas para un trabajo universitario, allá en los lejanos años 80. Pero también vuelve a mi memoria ese domingo de 1995 cuando me encontraba estudiando en Pittsburgh y una llamada de otra estudiante venezolana me puso al tanto de la noticia de su muerte. Fue un momento triste. Para ese momento éramos muy pocos –unos ocho- los estudiantes venezolanos en Duquesne University. Ambas no éramos muy amigas, pero en ese momento olvidamos nuestras diferencias, nos dimos el pésame y conversamos un rato largo sobre nuestro admirado escritor. Después traté de explicarle a mi room -mate croata que había desaparecido un importante intelectual de mi país. Sentí un vacío por partida doble: el de la partida de Cabrujas y el no poder compartir con nadie ese sentimiento. Ya la tristeza pasó, pero el vacío que dejó sigue intacto.

viernes, 29 de junio de 2007

Mi parque



El parque es de todos y de nadie, pero hoy es mío. Sí. Soy dueña de un espacio público. Lo poseo porque sólo yo subo hasta él trotando desde la redoma, paso al lado de las hileras de quintas silenciosas y me instalo a estirarme sobre el banco, mientras recupero la respiración.

Luego me vuelvo sin prisa y contemplo el cerro.

Es curioso, cuando estoy en el parque mis ojos se dirigen automáticamente hacia la montaña, quisiera penetrar sus secretos; y cuando estoy en el cerro, sin proponérmelo busco mi parque en el áspero entramado de la ciudad. Ambos –cerro y parque- me pertenecen. ¿O será que yo les pertenezco?

sábado, 23 de junio de 2007

¿Por qué leo?


Uno de mis más claros recuerdos de infancia es el de las mañanas de los sábados y domingos en casa de mi abuelita en Puente Hierro. Los adultos habían comenzado el día generalmente muy temprano; ya habían hecho el mercado en Quinta Crespo y mis padres y mis abuelos maternos -mientras las ollas ardían en la cocina para el almuerzo- se congregaban en el recibo entregados al ritual que los mantenía muy silenciosos y tranquilos: leer el periódico.

Se repartían los cuatro cuerpos de El Nacional y cada quien se enfrascaba en su sección favorita por un rato hasta que alguno comenzaba a comentar lo leído y a intercambiarlo con sus compañeros de lectura. Recuerdo que a mis tres o cuatro años me maravillaba que un trozo de papel lograra detener a los adultos de su frenética actividad. Algo importante debía tener el periódico y la lectura para entretenerlos de esa manera. A mí sólo me interesaban las comiquitas y muchas veces perseguía a mi papá por toda la casa –quizás en los momentos más inoportunos- para que me leyera las peripecias del Fantasma o de Popeye.

Generalmente él o algún otro adulto me las leía, pero a veces me hacían esperar mientras terminaban sus asuntos y yo me moría de impaciencia. Esta limitación probablemente despertó mis primeros anhelos de independencia. Me recuerdo pensando más o menos en estos términos: “tengo que aprender a leer pronto para no depender de nadie y poder hacerlo yo sola”.

El kinder no me atraía para nada; detestaba levantarme temprano, abandonar mi rol de princesa consentida en la casa de los abuelos, quienes fungían como los babysitters de la época; las monjas me parecían tétricas con sus uniformes negros de velos puntiagudos; la disciplina, un castigo. Creo que me rebelé por unos meses y no volví al colegio hasta que las ganas de aprender a leer me vencieron. El día en que pude leer mi primera frase corrida se abrió para mí un mundo donde cabían los más originales personajes, los sueños imposibles, las leyendas fascinantes; en fin, el mundo de Sherezade se me ofreció como un juguete nuevo que aún tiene la virtud de no cansarme y donde sé que puedo refugiarme a voluntad. Un libro es el mejor regalo, me ofrece la alegría de un mundo nuevo, un universo paralelo donde intento saciar mi curiosidad; el “sueño vívido y continuo” del que hablaba John Gardner al referirse a la ficción.

sábado, 16 de junio de 2007

Fragmento de mi diario del Camino de Santiago








Viernes 25 de mayo de 2001

Hoy salimos caminando desde Sarria como a las 9:30 o un poco antes. Sellamos nuestros pasaportes en el hotel y en la estación de policía. Las calles son muy pintorescas, pasamos por un monasterio del siglo XIII, llamado de la Magdalena, frente a un cementerio antiguo. La temperatura era de 8° C y el tiempo estaba nublado. Saliendo del pueblo, el camino pasa por unos bosques preciosos con puentes de piedra y una vía de ferrocarril a su derecha, luego sigue por campos cultivados, vimos rebaños de vacas y de cabras y algunos campesinos. Nos saludan con un “¡Buen camino!”. Son educados, amables y un poco tímidos.

Cuando llevábamos menos de una hora caminando pasamos por Rente y otros pequeños pueblitos (villas), atravesamos varios ríos por pequeños puentes. En un albergue de piedra en Barbadelos (¡bueno, casi todo es de piedra por aquí!) nos sellan el pasaporte nuevamente. Me fijé en unas construcciones rectangulares que hay en los campos. Olga me explicó que son graneros llamados hoirros, están construidos a un medio metro sobre el piso para que los roedores y otros animales no los alcancen ni se inunden cuando llueva mucho.

Luego llegamos a un punto donde se atraviesa la carretera y aprovechamos para comer un poco y descansar. Después pasamos por Ferreiros, donde hay un albergue y un pequeño bar, puse el sello en el albergue y continué hacia Portomarín. Los pies me molestaban bastante, especialmente el derecho, pero fui despacio, saboreando el camino, tomando fotos y filmando. Hay un puente enorme sobre el río Miño que conduce a la ciudad. Este río llega hasta Portugal. Después del puente hay unas escaleras sobre un pequeño puente que lleva hasta una especie de capillita. Adentro pude divisar la imagen de un santo. Creo que es Santiago. Subí, tomé fotos y filmé a través de la reja, y seguí por el camino de la derecha buscando la posada. Las calles están bastante solitarias. Le pregunté a una señora rubia, pero resulta que era una turista alemana y no hablaba ni inglés. Entonces divisé a una señora local vestida de negro y le pregunté a ella. Fue muy amable al indicarme en gallego la dirección de la Pousada de Portomarín y sonrió cuando le dije que era de Venezuela. Noto que la gente aquí es austera, casi todos visten de negro. Los locales son al principio un poco “montunos”, pero después se abren y te tratan bien.

Muy cerca de la Pousada está una pequeña iglesita, la de San Pedro, que data de 1182. Me contaron que también fue traída desde abajo y colocada aquí en los años sesenta, cuando la ciudad entera fue mudada debido a la construcción del embalse de Belesar.

Tomé fotos, filmé, lástima que está cerrada. Luego fui a la Iglesia de San Nicolás. Tiene una extraña fachada que recuerda a una fortaleza, con torres en cada extremo del rectángulo. Por otra parte, no es muy grande. Posee una sola nave. Es románica, del siglo XII y su capitel semeja al de Santiago de Compostela con Jesús y los 24 ancianos del Apocalipsis. Me sellaron el pasaporte y filmé y tomé fotos adentro y afuera. Luego recorrí las callecitas céntricas, todas de piedra. Predominan los balcones verdes adornados con flores, es una ciudad muy pintoresca que me recuerda a los pueblitos andinos, los colores predominantes son el blanco y la piedra. La chica que coloca el sello en la iglesia de San Nicolás me dijo que en ese templo, y asumo que también el de San Pedro, fue reconstruido piedra por piedra en dos años.

A las 8:30 tuvimos la cena en el restaurante de la pousada. Yo tomé caldo galego y lenguado a la plancha. Muy sabroso todo. Y cuando estaba terminando la cena y nos disponíamos a retirarnos, nuestros guías nos dieron una sorpresa: apareció un conjunto de música gallega con sus gaitas, panderetas, tambores y trajes típicos. Nos trasladamos a la terraza del hotel y casi todos terminamos bailando, hasta yo, aún con mis pies adoloridos. Conversé con otros huéspedes del hotel, quienes están haciendo el camino de una manera muy curiosa. Ellos son gallegos y viven en Santiago, lo que hacen es que manejan hasta una ciudad, duermen en un hotel cómodo y bien temprano en la mañana siguiente se regresan en transporte público hasta el sitio anterior y caminan desde allí a la ciudad donde dejaron el automóvil. Son dos parejas de mediana edad. Comenzaron esta singular manera de hacer el camino hace unos pocos años y ahora están en la etapa final. Fue una velada muy alegre y agradable. Nos fuimos a dormir cerca de las doce.

lunes, 4 de junio de 2007

Los 35

No son años, sino libros. Esa es la cantidad de libros que he leído en lo que va de año. Creo que junio es un buen mes para verificar cómo van los propósitos que nos hicimos en enero. Uno de los míos fue leer más.

Es curioso, el año pasado vi mucho cine del bueno. Este año estoy apasionada por los libros. ¿Continuaré con mi propósito el resto del 2007? Ni yo misma lo sé. Las cosas que hoy parecen importantes pueden ser insignificantes en unos días.

De todos modos, para los curiosos, aquí va la ecléctica lista de estas 35 lecturas. Algunas fueron sublimes, otras decepcionantes, otras más: relecturas. (No incluyo varios muy buenos cuentos de Paul Auster, Philip Roth, Anton Chejov, Clarice Lispector y otros maestros de ese género, bajados por Internet):

1- Aprender a escribir, Alicia Steimberg
2- The Great Gatsby, F. Scott Fitzgerald
3- Campeones, Guillermo Meneses
4- La Oveja Negra y otras fábulas, Augusto Monterroso
5- Cómo se cuenta un cuento, Gabriel García Márquez
6- La bendita manía de contar, Gabriel García Márquez
7- Los detectives salvajes, Roberto Bolaño
8- El tiempo en la narración, Silvia Adela Kohan
9- Mientras escribo, Stephen King
10- La Enfermedad, Alberto Barrera Tyzka
11- De muerte lenta, Elisa Lerner
12- El Vergel, Isaac Chocrón
13- Pizarrón, Arturo Uslar Pietri
14- Cómo mejorar un texto literario, Lola Sabarich y Felipe Dintel
15- Boquitas pintadas, Manuel Puig
16- Infancia del mago, Herman Hesse
17- La práctica del relato, Angel Zapata
18- Londres, Virginia Woolf
19- Dulce compañía, Laura Restrepo
20- The Art of Fiction, John Gardner
21- La sonrisa etrusca, José Luis Sampedro
22- Amuleto, Roberto Bolaño
23- La vida es sueño, Pedro Calderón de la Barca
24- Relatos de un trotaselvas, Karl Weidmann
25- La Tienda de Muñecos, Julio Garmendia
26- Zen in the Art of Writing, Ray Bradbury
27- El Camino del Norte, Horacio Vásquez Rial
28- On becoming a novelist, John Gardner
29- Doña Bárbara, Rómulo Gallegos
30- La Gruta del Toscano, Javier Padilla
31- La Sombra del Viento, Carlos Ruiz Safón
32- O Libreiro de Cabul, Asne Seierstad
33- The Good Earth, Pearl S. Buck
34- Un cuarto propio, Virginia Woolf
35- Sin trama y sin final, Anton Chejov

miércoles, 30 de mayo de 2007

Las "verdades" de El Librero de Kabul


Sigo con los bestsellers. Hace un par de semanas me leí de un tirón esta obra de la noruega Åsne Seierstad. Otro bestseller que cayó en mis manos por azar y además, en idioma portugués. Es una lectura fácil, del llamado género de periodismo novelado, o algo así. Por eso realmente fue que lo leí. Quería saber más sobre ese tipo de escritura

Bien, a grandes trazos el argumento es el siguiente: la periodista noruega Åsne Seierstad conoce a un interesante librero durante su estadía en Kabul como corresponsal de guerra en la época de la caída del régimen talibán. La joven se interesa por el librero y pasa una corta temporada –unos meses- viviendo con su extensa familia. En ese tiempo toma notas y entrevista a todos sus miembros, a quienes ya ha informado que escribirá un libro sobre ellos. La chica regresa a su país, escribe y publica el libro, el cual resulta una bomba por sacar todos los trapitos al sol de esa particular familia afgana. El librero monta en cólera e intenta demandar a la autora. Esto quizás también contribuye a catapultar las ventas del libro.

Pero, ¿cuál es la polémica con el relato? La autora, desde un punto de vista muy occidental, nos muestra las miserias y ninguna de las posibles grandezas de una familia afgana completamente subordinada a los estrictos cánones de la religión islámica. El padre –el librero- resulta un hombre liberal de palabra, pero un tirano en la práctica, tanto con sus dos esposas como con sus hijos, madre y hermanos. El hombre no deja estudiar a sus hijos porque prefiere que trabajen 12 horas al día para hacerlo rico; rechaza a su primera esposa al casarse con una jovencita de 16 años. Las mujeres no tienen la menor autonomía sobre sus vidas y ni digamos, capacidad alguna para decidir sus matrimonios. En fin, el libro es una suma de desdichas, donde nadie, ni el propio librero, parece ser feliz.

Pero la prosa no es testimonial, sino un relato novelado, que parte de la propia interpretación de Seierstad. Cabe preguntarse cómo pudo saber ella algunas de los más secretos detalles de la vida sexual de los jóvenes de la familia. Es difícil imaginar que ellos mismos se lo contaran, más si tenemos en cuenta que se trata de una sociedad machista, tal como ella la describe.

Entonces, hasta qué punto toda la obra es realidad, fantasía, interpretación prejuiciosa de una occidental sobre una sociedad diametralmente opuesta a la suya. Cabe la pregunta maliciosa: ¿será que venden más los escándalos?; ¿será que a Occidente le encanta reafirmar su supuesta superioridad rebuscando en las posibles deficiencias de otras culturas y religiones?

También es posible que la familia descrita no sea la más “típica” de la sociedad afgana. Eso no lo aclara la autora. Ella dice que cuenta lo que vio y escuchó. Pero, en todo caso, en un país que acababa de salir del terrible régimen talibán y donde el nuevo gobierno contaba con ministras mujeres, pareciera que al menos hay muchos matices dentro de la sociedad y no todos son tan radicales.

Cuando viví en USA una de mis mejores amigas venía del Sultanato de Omán. No usaba burka ni mucho menos, solo un velo, vestía con ropas occidentales y estudiaba y vivía sola en un país extranjero. Por ella y otros compañeros árabes pude enterarme de las enormes diferencias que hay entre todos los musulmanes. Algunos pueden ser fanáticos, otros simplemente religiosos.

Últimamente en Occidente se cataloga a casi todo musulmán como un terrorista en potencia. Más allá del caso específico de Afganistán, me preocupa que libros como este contribuyan a exacerbar las diferencias entre Oriente y Occidente. De todos modos, es una lectura que mueve a la reflexión.

martes, 22 de mayo de 2007

Bestsellers: La Sombra del Viento




De vez en cuando hay que leer un bestseller. ¿Por qué no? Porque es literatura comercial, de dudosa calidad, no aporta nada al lector exigente, responden la mayoría de mis amigos intelectuales.

Bueno, prefiero contradecirlos a veces. Hasta algunos profesores de Escritura Creativa dicen que de vez en cuando hay que leer un bestseller; tal vez como una vía para aprender algunas técnicas sobre cómo mantener el suspenso y hacer la obra propia más entretenida. Pienso igual. Así que deseché mis prejuicios y me lancé. La obra escogida fue: La Sombra del Viento, de Carlos Ruiz Zafón, el autor español más vendido en los últimos tres años, creo. Quizás superó con esa obra al creador del Capitán Alatriste, Javier Pérez Reverte.

No puedo decir que el libro me desilusionara porque sabiendo de antemano que era un bestseller, no esperaba mucho. Pero, detalles aparte, me sumergí al menos en las primeras cien páginas, en una obra que parece una mezcla de varios géneros: intriga y suspenso van de la mano con la literatura típica del folletín decimonónico.

El argumento es sencillo: Daniel Sempere, a los 10 años de edad, visita con su padre librero el Cementerio de los Libros Olvidados, una extraña biblioteca donde van a parar los libros que nadie quiere. Allí, en una especie de iniciación, se le encomienda un libro titulado La Sombra del Viento, el cual Daniel lee fascinado. El muchacho trata de conocer otros libros del mismo autor, un tal Julián Carax, pero se entera de que todos sus libros han sido quemados por un misterioso personaje salido de las mismas páginas del libro.

Durante el resto de la novela, el joven Daniel va reuniendo pistas sobre Carax, se topa con algunos personajes interesantes y surgen varias tramas y subtramas que le agregan cierto suspenso al relato. Lo malo es que ya por la página 200 uno va sospechando quién es el siniestro personaje que persigue a Daniel y quiere quemar las novelas de Carax. Por otra parte, la prosa es un poco irregular, a ratos intenta ser poética, otras veces se vuelve francamente repetitiva, con innecesarias recapitulaciones de los hechos anteriores. La pormenorizada descripción de varios personajes recuerda por momentos a la prosa de Isabel Allende. Hay errores evidentes de ortografía y uno geográfico imperdonable: ¡¡aludir a la ciudad de Bogotá afirmando que está en Venezuela!!!

Pero si he de ser justa como lectora, tengo que mencionar que tiene algunos atractivos para que yo llegara a completar las 462 páginas de la novela. Al menos al principio, cuando se describe la extraña relación entre Daniel y Clara, no pude dejar de recordar a Pip y Estela, de la inolvidable “Grandes Esperanzas”, de Charles Dickens. También rescataría ese furor del amor adolescente entre Julián y Penélope, por una parte, y Daniel y Bea, por otra. El personaje mejor logrado de toda la obra es sin duda, Fermín Romero de Torres. Sus ocurrencias y consejos lo hacen verdaderamente simpático. Diría que es quien salva el libro. Mientras otros personajes resultan francamente desdibujados, como el padre de Daniel, quien resulta anodino y el bibliotecario Isaac, al cual pienso se le podía haber sacado más partido.

El final tiene escenas bastante previsibles; sin embargo, me llamó la atención una, cuando Daniel se dispone a luchar por Beatriz y se topa con un anciano en una plaza. Hay cierta magia y poesía en ese pequeño cruce de los dos hombres durante esa mañana invernal de Barcelona. ¡Ojalá hubieran más escenas así en toda la novela!

A pesar de todo, confieso que su lectura me ayudó a pasar un aciago fin de semana en el que un extraño dolor de espalda me confinó a quedarme en casa por dos días. De esta manera descubrí que si estoy enferma, si llueve o me encuentro mortalmente aburrida, bien puedo sumergirme por unas horas en una lectura “light” sin mayores remordimientos.

lunes, 14 de mayo de 2007

Releer a Doña Bárbara II



Otra de las reflexiones de mi reciente lectura de Doña Bárbara proviene, no directamente de la estupenda novela y sus personajes, sino del escritor, del creador y su obra.

Tengo la edición de la novela de la Editorial Panapo. En esta publicación, muy económica, por cierto, hay un revelador prólogo del mismo Gallegos sobre las fuentes que le inspiraron a escribir la novela y un pequeño ensayo del profesor Efraín Subero.

En su prólogo, Gallegos cuenta cómo la Semana Santa de 1927 se dirigió a un hato en Apure con el propósito de conocer el ambiente llanero a fin de ambientar una novela que estaba escribiendo en ese momento y en la cual el protagonista pasaba una temporada en el llano. Esa productiva semana le permitió al escritor –entonces de unos 43 años- conocer otras realidades, escuchar cuentos y anécdotas sobre el llano y sus habitantes. Supo de una tal Pancha Vásquez, famosa cacica del Arauca que aún vivía y quien habría inspirado el personaje de la inolvidable Doña Bárbara.

Gallegos regresó a Caracas entusiasmado por todo lo que había visto y escuchado, desechó la novela anterior y se encerró en una habitación de la población de El Valle -la urbanización que hoy tiene el mismo nombre-, a escribir en 27 días la primera versión de una novela que tituló provisionalmente “La Coronela”. Pasado un tiempo, tuvo que viajar a Europa con su esposa Teotiste, quien necesitaba seguir un tratamiento médico en Italia. Durante varios meses entre Italia y Francia, Don Rómulo hizo y rehizo el manuscrito unas cuatro veces y al llegar a España intentó publicarlo, pero las editoriales no querían arriesgarse con un autor desconocido, así que tuvo que pagar la primera edición de su propio bolsillo.

Paradójicamente, la novela del entonces desconocido escritor venezolano fue seleccionada la mejor del mes de septiembre de 1929 en Barcelona. Gallegos regresó con la mayoría de los ejemplares a Venezuela, donde las críticas positivas ayudaron a posicionar el libro. Fue tal su éxito -según cuenta Efraín Subero- que el mismo General Gómez se hizo leer la novela en Maracay y quedó encantado con la obra. El dictador le ofreció a Gallegos la senaduría por el estado Apure, cargo que el futuro presidente declinaría al no ser gomecista.

Gallegos, intelectual cuidadoso de su obra, revisó la novela años después de la publicación original, agregó unos capítulos y rescribió otros. Escuchó las sugerencias que le hicieron amigos apureños para que cambiara algunas expresiones que correspondían más a dichos de los habitantes de los llanos centrales.

Con la rigurosidad del maestro que era, no tuvo reparos en hacer las correcciones necesarias de manera que su trabajo quedara lo más auténtico posible. Esta obra corregida es la que hemos leído la mayoría de los venezolanos. Luego vino la consagración del escritor y la versión mexicana para el cine, protagonizada por María Félix, que terminó de catapultarla internacionalmente.

En los años 70, ya desaparecido Gallegos, RCTV hizo una estupenda versión televisiva, en la cual Marina Baura, Elio Rubens y Marisela Berti interpretaron a los personajes principales, teniendo como locutor “en off” a José Ignacio Cabrujas, quien con su voz profunda pronunciaba las famosas palabras que dan inicio a la novela:

“¡De más allá del Cunaviche, de más allá del Cinaruco, de más allá del Meta! De más lejos que más nunca..., de allá vino la trágica guaricha...”

martes, 8 de mayo de 2007

Releer a Doña Bárbara I



Acabo de releer Doña Bárbara, de Rómulo Gallegos. Fue una lectura sorprendente. Lo digo porque este clásico de la literatura venezolana siempre depara algo nuevo. Uno ya conoce los personajes –o cree conocerlos hasta la saciedad- pero luego de una lectura atenta, descubre nuevos ángulos o reinterpretaciones. Esta vez me detuve a observar con más detalle a Marisela, a la cual siempre se relaciona con la pasividad; se le ha descrito como la típica mujer inocente, “domable”, a diferencia de su madre. La niña, a quien Santos Luzardo “salva” de la miseria y el abandono. Luzardo vendría a ser el Pigmalión que se enamora de su obra.

Pues no, definitivamente Marisela no es tan inocente como nos han pretendido señalar. Tampoco voy a caer en el extremo de afirmar que es la verdadera cuaima del asunto, porque al final se queda con todas las haciendas, luego de la desaparición de su madre y el conveniente matrimonio con Santos. Tampoco.

Marisela no sólo recibe, Gallegos nos hace ver en algunas escenas que es ella la que impide que Luzardo sea tragado por la llanura al imponerle con su presencia el apego a las normas y costumbres de la civilización. Ambos personajes se necesitan y complementan para poder realizarse. Marisela es la joven que evoluciona desde la inconsciencia infantil hasta convertirse en la mujer madura, capaz de mostrar cariño hacia su padre y de hacerse responsable por su destino.

De vez en cuando hay que releer a Doña Bárbara para asombrarnos al descubrir algo nuevo en los recios y bien definidos personajes, más allá de los estereotipos en los cuales nos hicieron creer en la escuela.

lunes, 7 de mayo de 2007

"Golpes a mi puerta", golpes al corazón


Bajo la dirección de Luis Fernández y la producción de Mimí Lazo, regresó a las tablas caraqueñas esta exitosa pieza de los años 80, del dramaturgo Juan Carlos Gené. Nunca ví la película del año 1994 que se hizo basada en este texto y que ganó el reconocimiento internacional en aquella oportunidad.

La obra relata la historia de Ana y Ursula, dos monjas que han cambiado la vida de clausura para compartir el día a día de sus vecinos en un barrio de un país latinoamericano. Un día, en medio de una feroz dictadura, un joven perseguido por la policía golpea la puerta de la casa de las hermanas. Allí comienzan los dilemas éticos, morales y religiosos de las monjas, al plantearse la posibilidad de mentir para evitar el castigo que también las alcanzaría a ellas, quienes a pesar de ser religiosas, no se encuentran a salvo, como nadie que viva en un régimen totalitario.
La pieza presenta varios ángulos que mueven a reflexión sobre el verdadero papel de la Iglesia Católica, el poder de la fe, la relativización de la verdad. En ningún momento de la puesta en escena decae el interés, el ritmo es trepidante y el final sorprendente. Luego de los aplausos, Mimí Lazo se dirige al público y hace una reflexión muy personal sobre el significado de esta obra en el actual contexto venezolano.

La reposición de "Golpes a mi puesta" está protagonizada por Mimí Lazo y Gladys Prince. Están acompañadas por: Ana Castell, Marcos Moreno, Luigi Sciamanna, Mirtha Pérez, María Fernanda León y Luis Fernández.
La dirección general y escenografía es de Luis Fernández; la producción ejecutiva y vestuario, corresponde a Mimí Lazo. La musicalización es de Luigi Sciamanna y la producción artística, de Elías Yánez.

La cita es en la Sala Ana Julia Rojas del Ateneo de Caracas. ¡Hay que verla!

lunes, 30 de abril de 2007

El Camino del Norte


La vida es, sin duda, un viaje y así nos lo recuerda esta estupenda novela de Horacio Vásquez-Rial, un escritor argentino afincado en España desde hace muchos años. Es un veterano y con esta novela gana el premio de la Editorial Norma. Realmente, eso del premio me tiene sin cuidado. Es tremenda novela por varias razones.

El argumento te atrapa desde el principio hasta el fin. El Dr. Kramer, un médico que fuera guerrillero durante los años de la reciente dictadura argentina, despierta de un largo sueño. De tres años, para ser exactos. Se le dio por muerto, desaparecido, pero no, el hombre fue “dormido”, como una cruel manera de desaparecerlo por parte de una manipuladora traficante de almas.

Kramer despierta, pues, y le toca rehacer su vida, justo en los años 2001-2002, cuando ocurren en la Argentina los terribles sucesos del “corralito”, y toda esa crisis que puso en vilo a la democracia en el país sureño. Junto a su amigo Bruno y a una simpática bruja que recogen en el camino, se dirigen al norte, a buscar al amor adolescente de Kramer, su prima Lucinda.

Con la excusa del viaje, Kramer y sus amigos topan con personajes interesantísimos, reconstruyen y reflexionan sobre sus vidas. Temas como el amor, el sexo en la edad madura, la política, las desilusiones, los engaños, los nazis escondidos en Argentina, los judíos y su eterna búsqueda de identidad, se dejan colar en los sabrosos diálogos, pero nunca de una manera moralizante, sino como esas reflexiones de la vida cotidiana que todos nos hacemos a veces, así sea en voz baja.

Otra de sus virtudes es el estilo narrativo de Vásquez-Rial. Sobrio, sencillo, limpio de afectaciones. Además, los capítulos son cortísimos, invitando a la lectura. Un buen descubrimiento que recomiendo sin reservas.

viernes, 27 de abril de 2007

Encuentro en el Parque Cuevas del Indio























El domingo 22 de abril el Centro Excursionista Caracas (CEC) organizó un gran encuentro con varias actividades en el Parque Cuevas del Indio, en La Guairita. Fue un día especial, donde miembros activos de este club de aventureros nos dimos la mano con un grupo de los veteranos que nos precedieron en la práctica de este emocionante deporte.
Hubo mini-talleres sobre lectura de mapas y uso del GPS, llenado de morrales, tips de primeros auxilios y, por supuesto, emocionantes prácticas de escalada y rapel, para lo cual contamos con la colaboración espontánea de la montañista y campeona de escalada Flor Boscán, nuestro veterano presidente, Hans Schwarzer, así como las compañeras Ana Da Luz y Adriana López y miembros del Grupo de Rescate Humboldt.
Los demás módulos estuvieron a cargo de Jesús Fernández, Juan Vásquez, Eloy Boulton, Héctor Pérez, Elizabeth Sánchez y quien suscribe.
Fue un día para el reencuentro y el compartir en familia, la gran familia del CEC y sus amigos. Las fotos hablan por sí solas.